martes, 19 de septiembre de 2017

El Procés

En 1991 yo era un crío que no tenía ni idea de nada, pero recuerdo con nitidez la guerra de Bosnia. Los bombardeos en Sarajevo, la imagen del Carnicero de los Balcanes o las crónicas de Pérez-Reverte forman parte de los flashes de memoria cuando intento echar la mirada atrás. Si lo recuerdo es porque aquélla fue la primera guerra de la que tuve consciencia. La primera que sentí como real y la primera que me ofreció imágenes que me impactaron sobremanera. Os aseguro que a principios de los noventa no existían tantos remilgos a la hora de publicar en el telediario del mediodía la imagen de varios cadáveres calcinados y colgados de un puente; o de fosas comunes humeantes y repletas de pobres diablos. En el colegio hacíamos dibujos para los niños de Sarajevo y reuníamos comida para donarla a la ONG de turno. Hay quien traía una caja de galletas, otros un paquete de arroz o un cartón de leche. Daba igual. Todos los niños de mi generación sabíamos que en Sarajevo, los niños como nosotros, morían por los bombardeos o por rifles serbios. Conocíamos a Slobodan Milosevic con el sobrenombre del Carnicero de los Balcanes y su foto aparecía cada noche en televisión. De apariencia engañosa, este orondo adalid del mal, fue acusado por los tribunales internacionales de crímenes de lesa humanidad y de limpieza étnica. La desintegración de Yugoslavia trajo consigo tres guerras en un corto periodo de tiempo, la más cruenta la desarrollada en Bosnia, donde además de producirse matanzas como la de Ahmici, se producían violaciones en masa de mujeres bosníacas. Todo aquello fue demencial. Y en pleno corazón de la vieja Europa.

Durante algunos años creímos que Europa aprendería del error de los nacionalismos. Qué estupidez pensar que el hombre puede protegerse de sus errores. Si intentara cualquier analogía de lo pasado en los Balcanes con la situación que vive España hoy día, lo más seguro es que más de uno se llevase las manos a la cabeza o me tachase de majara. No voy a hacer ninguna analogía, pero sí señalaré los puntos que me preocupan de la posible sedición catalana. 





En primer lugar, me preocupa el aroma racista que puede apreciarse en cualquier hilo de Twitter donde se esté discutiendo del tema. Es decir, esta percepción de que el procés es un derecho fundamental de los catalanes. Los más horteras hablan de "legitimidad por nacimiento" y de "derechos históricos", refiriéndose a ellos mismos como parte de un ente que clama al cielo por su libertad, que está en juego por el poder del Estado opresor. Algunos indepes de Twitter suman y restan desesperados para dar con los deseados ocho apellidos catalanes. En fin, esto de la pureza de sangre es algo muy habitual dentro del mundo del nacionalismo, que siempre ha intentado demostrar bajo estándares de dudosa enjundia científica aquello que les hace genuinos y que les diferencia, a su vez, de la chusma a repudiar. Mientras los nazis hacían mediciones del cráneo y de la nariz de los judíos, los catalanes de la ANC (Assemblea Nacional Catalana) intentan rebuscar en el RH Negativo y otras majaderías que ya intentó Arzalluz en Euskadi. También es propio de este racismo velado el estigmatizar a aquel que no es buen catalán, como por ejemplo la mitad del Parlamento de Cataluña, según los estándares sectarios de la ANC. Es conveniente disponer de un par de adjetivos peyorativos que definan con absoluto desprecio al "mal catalán", que por mucho que haya nacido aquí "no es uno de los nuestros". En este caso, el botifler sería el judío de la Berlín de los años 30, un paria al que todo el mundo puede escupir y señalar con el dedo. El charnego, que es ese hijo de españoles nacido en Cataluña, puede ser útil si se une a la causa o puede acabar siendo lo que es, un español más. 

Mi segunda preocupación viene de preguntarme de dónde viene tanto odio. En Twitter se habla de represión del Estado, de marginalidad del catalán, etc... pero sobre todo se habla de fascismo. No porque se sepa de fascismo, desde luego. Sino porque lo habitual en Twitter es calificar las opiniones de aquellos que no apoyan el procés o el referéndum como fascistas. Tal que así. El otro calificativo es el ya manido facha o franquista, nada nuevo. Sin embargo, los entusiastas chavales de la futura mejor República de Europa, que insultan a todo el que dice algo en contra de su visión, suelen haber nacido hace poco menos de veinte años, coincidiendo con el traspaso de la competencia de Educación del Gobierno de España a las Autonomías: una jugada maestra perpetrada por el gobierno de Aznar y que sin duda fue clave para la situación que hoy vivimos. ¿Cómo es posible que exista una generación entera por debajo de los 22 años que odie con absoluta pasión a España y a los españoles? La respuesta es el adoctrinamiento que se ha llevado a cabo con esta generación, que ahora, domina la calle y tiene puesto en pie de guerra a un país de la UE. Bravo Aznar, bravo. Otro mini punto para tu gobierno. 

Y el tercer punto que me preocupa es Rajoy. Pero escribir sobre Rajoy me da verdadera pereza, así que sólo diré que no comprendo cómo es posible que un tipo que es Presidente del Gobierno se dedique a leer el Marca por las mañanas y a fumarse un puro mientras se cocina la sedición en sus narices. 








jueves, 8 de junio de 2017

Políticamente Correcto: el discurso que está destruyendo Europa

Velas, ositos de peluche, un Pray For London rotulado en una cartulina y un cordón policial que asegura la zona. Son algunos de los elementos que se suceden tras cada atentado y que forman un collage de horror, desconcierto y debilidad que nos retrata como meras presas a expensas de ser cazados. Después, los mass media terminan de hacer el trabajo con algunos titulares políticamente correctos para no herir sensibilidades: inglés de origen afgano, lobo solitario, presuntos atacantes, de ascendencia siria, etc. Esta ingente tarea de desgaste gota a gota ha calado tras varias décadas de dedicación plena a la tarea de crear generaciones vacías de crítica pero llenas de culpabilidad. A las pocas horas de cada atentado, en Twitter se observa este fenómeno con preocupante claridad. Dos mensajes se elevan por encima del resto: el #PrayFor y el "no todos los musulmanes son terroristas".

Además, son muchos los que se erigen en ese momento como defensores de los musulmanes, en un ejercicio delirante del peor de los síndromes de Estocolmo. Es posible que esas actitudes tan incomprensibles sean un mecanismo de defensa que les evite preguntarse por qué nos están masacrando y sobre todo, quiénes serán los próximos.




La realidad es que los islamistas no son imbéciles y hace tiempo que detectaron la autodestrucción en que la pusilánime sociedad europea se había embarcado. El origen de este mal no es otro que el discurso de la corrección política o políticamente correcto. Es una doctrina difusa y maquiavélica que se encarga de categorizar, etiquetar y difundir qué aspectos de la vida social deben ser bien vistos y cuáles no. Algunos de sus principales intereses se centran en la ideología de género, en la inmigración o en el Estado como nación de naciones. El discurso de la corrección política funciona en base a ciertos cánones que no se sabe quién establece pero que los mass media y las redes sociales hacen propios sin mayor reflexión que el dedo al que miles de imbéciles miran en vez de a la Luna.

La ideología de género es toda una fuente de la que emana constantemente borbotones de mierda que intentan colocar como sea. Esta semana se ha lanzado desde el Ayuntamiento de Madrid la iniciativa de prohibir el despatarre de los hombres en los asientos del transporte público. A partir de esta noticia, el discurso de lo políticamente correcto nos venía a decir que el canon de opinión aceptable debiera ser: el hombre debe ocupar el mismo espacio que la mujer y la apertura de las piernas indica una muestra obscena de pavoneo sexual que la mujer no debe tolerar. Cualquiera que manifestase su disconformidad con esta iniciativa del Ayuntamiento era tachado automáticamente de machista por decenas de policías de la ideología de género. Existen multitud de palabras que el discurso de la corrección política utiliza para enterrar a cualquier disidente del movimiento. Si un padre al que no permiten ver a sus hijos por un divorcio injusto se queja en Twitter, acto seguido cualquier imbécil con medio dedo de frente le insinuará que es un maltratador. Y no existe réplica posible, porque una vez que señalado por los héroes de la corrección política, a sus ojos, esa mácula jamás desaparece.

En cuanto a la inmigración, existe todo un fenómeno de dulcificación de la misma. Los mass media presentan siempre la parte emotiva que a todos nos debiera llegar. Juegan con las desgracias de muchos y ocultan las fechorías de otros tantos. No nos hablan de la guerra demográfica que se está librando y que está perfectamente orquestada desde países como Arabia Saudí, con ambiciosos planes de invasión a largo plazo utilizando la ingeniería social. Un musulmán, con cuatro esposas, tiene más de cinco hijos de media con cada una. Las matemáticas básicas nos darán la respuesta de porqué es una guerra que Occidente no puede ganar.  Además, con la declaración de exterminio que el Estado Islámico nos ha lanzado y las cabezas de cientos de infieles cercenadas como testigos, quizá sea prudente mantener un debate más serio y complejo antes de abrir las puertas de nuestro hogar de par en par. ¿Qué dice el discurso de la corrección política? "Racista y xenófobo".




La clase dirigente europea es pusilánime, es débil y es temerosa de los medios de comunicación. Temen por su puesto y temen por la imagen que proyectan. Piensan exclusivamente en los próximos cuatro años y en saldar la legislatura sin cabrear a más colectivos de la cuenta. El resto de estrategias a largo plazo les importan una mierda. Con tal de no ser tachados de racistas y por la culpa que arrastran desde la II Guerra Mundial son capaces de albergar un millón de inmigrantes al año (Alemania). Por el temor a recibir denuncias del colectivo musulmán, emiten una ley que impide a la policía detener a nadie a partir de las 22 horas (Bélgica). Por no herir sensibilidades a los catalanes, el Ejército no se despliega en las calles ante una amenaza terrorista de nivel 5. Y así podemos recorrer toda Europa con medidas que no guardan lógica alguna.

Esta Europa cobarde y maltrecha, sin ejército y sin poder alguno, sólo es carne de cañón para los verdaderos lobos que vienen a por nosotros. Lobos que no son solitarios, sino que vienen en manada a arrancarnos el cuello a dentelladas.



martes, 11 de abril de 2017

El Odio en Redes Sociales

Las redes sociales han crecido los últimos años amantadas por el odio; se nutren de él. Ni siquiera hay que profundizar demasiado en ellas para darse cuenta de que son un pozo sin fondo de miseria moral. En concreto Twitter, que es el foro social más concurrido a diario para comentar la actualidad, desprende un tufo a ponzoña insoportable. En Silicon Valley lo saben, pero sería de estúpidos combatir aquello que te da de comer y, por tanto, se han escudado en la siempre socorrida libertad de expresión para lavarse las manos en este tema. Twitter es el patio de colegio donde dos críos se parten los morros en el recreo mientras una docena forman un corrillo y corean sus nombres. La diferencia es que en este colegio el director observa la escena desde su ventana, sonríe, y continúa contando su cash.

A mí, Twitter me fascina y me asquea a partes iguales. Me fascina el hecho de que cualquier evento o circunstancia que ocurra en el planeta y que tenga cierta relevancia, salte a la plataforma en cuestión en segundos. Y me asquea que, a los pocos minutos, ya haya un par de gilipollas quejándose. El tema a tratar es irrelevante. Lo importante es darle la visión más mezquina que se pueda para, acto seguido, poder compartirlo con el mundo. Ciento cuarenta caracteres le bastan a cualquier indigente intelectual para hacer daño a otras personas. Ni siquiera saber escribir constituye ningún filtro. Basta con hacerse entender.

Ejemplos hay miles, pero por recordar algunos de los más sangrantes, citaré el del niño con cáncer que quería ser torero y varios miserables, que se decían antitaurinos, le desearon la muerte por Twitter. El niño, finalmente ha fallecido esta semana y, durante unos días, sus padres tuvieron que verse vilipendiados por esta gentuza que no merece ni medio segundo de atención.

Todo esto me ha llevado en ocasiones a preguntarme qué coño pasa en el mundo occidental que justifique con cierta lógica todo este odio disparatado y cruel que se lanza contra cualquier cosa que se ponga por delante. Una de las respuestas que parecen más evidentes es que existen muchos más gilipollas de los que pensábamos a nuestro alrededor. Sin embargo, no parece ser ésa la principal causa. Es decir, para que alguien se convierta en un energúmeno debe existir todo un proceso social y psicológico de mina de la autoestima que lleve a estos individuos a un estado constante de ira y frustración y a una necesidad irrefrenable de intoxicar a sus semejantes.

Llevo mucho tiempo en Twitter y siempre he observado que los temas donde se generan bandos es donde se ve con mayor claridad esta escalada de odio profundo que desemboca en publicaciones y tuits de lo más demencial. Por supuesto, todos pensamos enseguida en la política, pero el odio entre ideologías es de sobra conocido y viene de muy lejos. Me interesan más otros temas más mundanos y que quizá os sorprenda saber que también generan un odio incomprensible entre tipos con intereses a priori semejantes. Por ejemplo, la industria de los videojuegos.




Algunos pensaréis que es de chalados pensar que una parte importante del ocio que consumen muchas personas, como son los videojuegos, y que suele asociarse a diversión y esparcimiento, genere odio. Pero la realidad es que la comunidad de los videojuegos es una de las más tóxicas que pululan por internet. La explicación procede de la identificación que muchos usuarios hacen con las marcas de los productos que consumen. Es decir, aquel que se compra una Play Station 4, tiende a defender su producto en contraposición a aquellos que han adquirido sistemas de juegos diferentes como Xbox o Nintendo

Es curioso ver en los foros, en Twitter o en YouTube, los cientos y cientos de comentarios que se generan tras cualquier noticia que afecte a una de las tres compañías. No son comentarios donde los usuarios hablen de los juegos y compartan las alegrías de su hobby favorito, en absoluto. El mayor tráfico de comentarios y reacciones está relacionado con una especie de guerra de consolas donde los usuarios de Play Station se ríen de los de Nintendo o los de Nintendo entran a rajar sobre noticias de Sony. Se llegan a generar volúmenes de visitas incomprensibles en vídeos de YouTube donde alguien critica de manera abierta a otras compañías. En este sentido, parece que existe una especie de necesidad en ciertas personas de defender su compra, sintiéndose gravemente ofendidos cuando otro usuario critica su producto.

Esto tiene connotaciones muy graves de baja autoestima y discutible personalidad, porque nadie debería ligar su honor personal al de un producto o una marca comercial, así como tampoco parece razonable odiar a otras marcas por ser competencia de la “suya”. Estas broncas no suceden de manera esporádica como alguien podría pensar. Lo preocupante es que a diario en los comentarios de YouTube se leen barbaridades de todo tipo y forma; incluidas amenazas de muerte hacia ciertos youtubers de uno u otro bando.

Es decir, cada día cualquiera puede comprobar de primera mano el triunfo absoluto y aplastante del marketing de las multinacionales, que han logrado generar millones de fans acérrimos a sus marcas, capaces de defenderlas con fiereza allá por donde pasan. Es una publicidad infiltrada en foros, en discusiones de Twitter y en cientos de videos de YouTube que hablan constantemente de las citadas marcas y de sus productos. Nadie parece darse cuenta de lo que ocurre, excepto los cerebros que hay detrás de las campañas publicitarias y los diseñadores de estrategias globales de marketing de Nintendo, Sony o Microsoft.

Tan sólo es un ejemplo de los bandos que se crean en la red y de los que surgen los llamados haters. Sospecho que en algún momento de nuestra reciente historia, Occidente generó una serie de problemas sociales relacionados con el consumismo enfermizo y con la dispersión de la imagen que proyecta la publicidad, en la que millones de personas fueron cayendo de manera gradual, asimilándolos como propios. 

El deseo de poseer aquello que no se posee

Una aliteración que encierra en sí misma poderosas consecuencias relacionadas con una autoestima minada por el bombardeo de anuncios y por la lluvia fina de mensajes que nos dicen lo estupendo que te hace este producto o el otro y lo feliz que serías si te compraras no sé qué. Nuestra sociedad occidental, basada en el mercado libre y salvaje, se ha dedicado durante décadas a provocar el deseo en la persona y a transformar a la persona en consumidor. 

Y el deseo no correspondido provoca insatisfacción, frustración e infelicidad, pilares fundamentales del odio que nos rodea. 

jueves, 30 de marzo de 2017

Un año de cárcel por reirse de Carrero Blanco en un tuit

Así es, amigos. La tuitera Cassandra Vera (@Kira_95) ha sido sentenciada por la Audiencia Nacional a un año de prisión por escribir 13 tuits sarcásticos y burlones sobre la muerte de Carrero Blanco.

Parece una broma de mal gusto, pero es absolutamente cierto. Aquello que tantas veces hemos hecho todos, es decir, bromear sobre el atentado de Carrero Blanco que elevó su coche por encima de una cornisa, ha llevado a una estudiante de historia de 21 años a la cárcel. Así está el panorama actual en la justicia de este país.

Tuits como los siguientes:

"ETA impulsó una política contra los coches oficiales combinada con un programa espacial" 
"Kissinger le regaló a Carrero Blanco un trozo de la luna, ETA le pagó el viaje a ella"
"Elecciones el día del aniversario del viaje espacial de Carrero Blanco. Interesante"

Y diez más del estilo. Se puede discutir si los mensajes son más o menos brillantes o si adolecen de mal gusto e incluso cierta amoralidad. Es posible que reírse de la víctima de un atentado no sea nada cortés ni elegante. También se puede opinar que Carrero Blanco es un personaje histórico que murió hace 44 años y que quizá el mofarse de su muerte queda fuera de la órbita de la humillación por motivos temporales. En realidad, todo es opinable. O eso creíamos.

Cassandra Vera @Kira_95


Según la Audiencia Nacional, escribir este tipo de tuits constituye "desprecio, deshonra, descrédito, burla y afrenta a personas que han sufrido el zarpazo del terrorismo y sus familiares" -perdonad la sintaxis tan atroz, pero es una cita textual de la sentencia- y por tanto, todo este pequeño apartado queda fuera de la libertad de expresión. A partir de ahora y según la jurisprudencia que establece este documento, quedará penado el hecho de hacer mofa sobre cualquier persona, independientemente del tiempo que haya pasado. Olvidad la sátira, el sarcasmo y la ironía. Olvidad a Quevedo, a Séneca, a Horario o a Lucilio. ¡Todos a la cárcel!

Por tanto, todos aquellos que alguna vez hayáis hecho chanza sobre el tiro que se pegó Hitler, sabed que estáis en riesgo de condena. De hecho, según la Audiencia Nacional, Quentin Tarantino en su cinta Malditos Bastardos cometió "burla y afrenta" sobre la muerte de Hitler y es muy posible que hiriera los sentimientos de sus descendientes o allegados -si es que los tuvo-. También se debiera investigar a los miles de españoles que bromearon en su día sobre Irene Villa en los patios de colegio mientras se comían su bocadillo de nocilla. Aquello fue deleznable, claro.

Es muy posible que yo mismo haya cometido delitos de esta índole; recuerdo algunos buenos chistes sobre Napoleón o Felipe II. Joder, seguro que el timeline de mi Twitter está plagado de pruebas delictivas que sumadas podrían mandarme a la cárcel una buena temporada. No puedo ir a la cárcel, coño. Soy una perita en dulce. Sería puta carnaza para los presos. Espero que me lleven donde Urdangarín. Creo que lo han mandado a Suiza a cumplir condena. No me gusta mucho el frío, pero bueno, definitivamente elegiré Suiza, sí.

Volviendo al tema principal, me pregunto si este asunto tan ridículo y tan jodido a la vez no será una puta advertencia generalizada para cerrar las bocas virtuales de los millones de personas que cada día rajan de los políticos a través de Twitter. ¡Digo yo!

Esta mierda no hay por dónde cogerla.




martes, 28 de marzo de 2017

Mass Effect: Andrómeda

Hablemos de la saga Mass Effect, una de las IP's más extraordinarias de la última década en el mundo de los videojuegos. Con motivo de la salida al mercado de Mass Effect: Andrómeda, se me ha ocurrido escribir unas líneas reflexivas sobre la industria.

La salida al mercado de este título ha venido acompañada de una gran polémica entorno a ciertos fallos muy claros de los que el juego adolece. Llevo unas treinta horas jugadas y he sido testigo directo de la veracidad de las acusaciones. Me explico:

Mass Effect: Andrómeda es un título de exploración espacial con mapas enormes; también es un simulador de decisiones en el que el jugador debe gestionar las relaciones de toda su tripulación y además, es un shotter de coberturas en tercera persona. Es decir, hablamos de un proyecto muy ambicioso por parte de BioWare y EA, que ha necesitado de cinco años de desarrollo y de un presupuesto millonario.



La historia transcurre 600 años después de los acontecimientos de Mass Effect 3, siendo nuestro protagonista parte del éxodo de la humanidad hacia una nueva galaxia, en este caso Andrómeda. Nuestro objetivo es encontrar un lugar donde asentarnos y comenzar de nuevo, para evitar nuestra propia extinción. Por tanto, como pioneros de la Iniciativa Andrómeda deberemos explorar los planetas candidatos a ser nuestro próximo hogar e iniciar la colonización en las mejores condiciones posibles.

El juego centra gran parte de su atención en el factor social, ocupando un buen porcentaje de nuestro tiempo en las miles de líneas de diálogo entre los diferentes personajes. En cada conversación, elegiremos entre una serie de respuestas, y en función a ellas, lograremos diversas reacciones por parte de nuestro interlocutor. En este sentido, no se aleja demasiado de los anteriores Mass Effect ni del Dragon Age: Inquisition.

Es en los momentos de acción o de exploración, cuando el juego desvela toda su problemática a nivel técnico. Mantiene 30 fps con serias dificultades, notando caídas evidentes en cuanto la pantalla se llena de elementos visuales. Pero sobre todo, Mass Effect: Andromeda posee un popping insufrible; me refiero a esa sensación de que las texturas se cargan a tu paso y los elementos aparecen en pantalla de repente y a pocos metros de nuestro personaje. También he tenido bugs de todo tipo, desde la congelación de la pantalla cuando controlamos el Nomad hasta NPC's flotando en el aire sin ningún puto sentido. Es sorprendente el poco mimo que denota el juego en estos aspectos, para ser un triple A muy esperado por público y crítica.



BioWare siempre ha sido un estudio que se ha caracterizado por darnos juegos de gran calidad y de sorprendente factura, como fueron los propios Mass Effect hace unos años. Sin embargo, desde su integración en EA las cosas parecen haber cambiado. Está claro que el juego necesitaba unos meses más de pulido y que algún publisher tocapelotas ha metido presión a los desarrolladores para que entregaran el juego estuviera como estuviera.

En este sentido, no imagino a ninguna productora de cine metiendo presión al director de una película para que entregue la cinta si ésta no está acabada y repasada del todo. Sin embargo, la industria del videojuego se está acostumbrando a colocar juegos en el mercado que adolecen de numerosos fallos a nivel técnico. Muchos estudios pequeños se han visto engullidos por grandes desarrolladoras como EA o Bethesda y están sufriendo las consecuencias de la presión excesiva y de las fechas de entrega anticipadas.

Existe una dicotomía clara entre el videojuego como pieza artística y el videojuego como mero producto de entretenimiento, y desde luego la segunda opción es la que parece que está prevaleciendo. No culpo a los creadores de Andrómeda, porque es evidente que por ellos no hubieran publicado el juego todavía, pero sí a los productores y a los publishers, que con su codicia manchan a la industria y la alejan del octavo arte.

viernes, 24 de marzo de 2017

Aquí, en Europa

Cuando un loco atropella a una treintena de personas en el centro de Londres o vacía un cargador de AK-47 en una sala de baile de París, nuestra sociedad occidental reacciona con tal desconcierto e inseguridad que uno se pregunta en manos de quién estamos. Es decir, es evidente que en Europa tenemos un nivel de vida descaradamente superior a la mayoría del globo, aunque nos empeñemos en quejarnos constantemente de las minucias absurdas que forman parte de nuestro día a día.

Aquí, en Europa, nadie muere de hambre y es muy extraño que te rajen el cuello para robarte el teléfono o que te claven un puñal en el pecho para quedarse con tu dinero. Tampoco aparecen grupos de enmascarados en nuestros hogares para decapitar a un familiar mientras nos obligan a observar la escena.

Aquí, en Europa, a las niñas pequeñas no se les realiza la ablación del clítoris ni se las casa con cualquier viejo a cambio de treinta cabezas de ganado. Tampoco existen carteles de la droga que dominen provincias enteras donde ni siquiera el ejército se atreva a entrar. No tenemos esclavos ni obligamos a nuestros niños a prostituirse en cualquier calle de Madrid, Milán o Berlín. No hacinamos a nuestros presos ni dejamos el control de las cárceles a merced de las bandas.

Aquí, en Europa, no tenemos a gobernantes que gasten todo el presupuesto en armamento nuclear ni que prohíban el uso de Internet a la población. En Europa no sacamos el agua de los pozos con nuestras propias manos ni mandamos a nuestros críos a recorrer varios kilómetros de caminos polvorientos para llegar a la escuela. No tenemos que utilizar el mismo calzado hasta que la suela se desgaste ni pasamos varias semanas sin darnos un baño. Aquí, en Europa, las mujeres no son violadas entre diecisiete energúmenos en un transporte público de Bombay. En Europa las mujeres no visten burkas ni son propiedad de sus maridos.

Una de las víctimas del puente de Westminster


Aquí, en Europa, vivimos en nuestra propia burbuja. Podemos elegir no querer saber nada de todo lo anterior o podemos elegir estar informados. Sin embargo, nunca llegaremos a comprender qué es el mundo real ni quién es el ser humano bajo la presión de la supervivencia. En Europa no conocemos el instinto que mueve al resto de las sociedades. Aquí, competimos entre nosotros para que nos contraten en un trabajo, nos den un premio o para ligar con una chica o con un chico. En el mundo real, que empieza en nuestra frontera este, a poco más de tres horas en avión, las personas compiten entre ellas por otro tipo de cosas. Compiten por un pedazo de tierra, por comer ese día o por imponer su fe a los demás. Y no compiten con currículos o con vídeo presentaciones, no; compiten utilizando la fuerza y el horror, de maneras tan atroces que ni siquiera podemos intuir la realidad.

En Europa no tenemos ni puta idea de lo que es la lucha por la supervivencia. Hace siglos, lo sabíamos, pero nuestra sociedad tecnológica ha sucumbido a su propia endogamia y ahora no lo sabe. Vivimos mirando una pantalla y pensamos en los suscriptores de YouTube, en las visitas de Instagram o en los seguidores de Twitter. Información al instante y todos contentos y felices... hasta que un pobre desgraciado que camina por el puente de Westminster en dirección al trabajo, escucha un griterío a lo lejos y antes de que pueda levantar la cabeza de su smartphone es arrollado hasta la muerte por un yihadista.

Es aquí, en estos pequeños momentos de caos y desconcierto, cuando los dos mundos se cruzan y es aquí, cuando nuestra sociedad toma consciencia por un sólo segundo de la burbuja en la que vive y de que existen horrores tan reales como el aire que respiramos. Pero tranquilos, esa sensación tan molesta de inseguridad se esfuma cuando el horror deja de ser trending topic.


jueves, 23 de febrero de 2017

Urdangarín: libre y sin fianza

En mi último post alertaba de la jugada que estaba preparando la justicia para librar de la cárcel a Iñaki Urdangarín. No ha hecho falta acudir al Tribunal Supremo. Los propios jueces de la Audiencia de Palma han dejado libre y sin fianza al yerno del emérito rey. Mi pregunta es: ¿Qué coño esperábamos? ¿Que lo metieran en la cárcel? ¿De verdad pensábamos verlo entrar en Soto del Real?

No es que la Justicia esté amañada, no. El problema de base es que todo el puto sistema es una farsa montada sobre la creencia absurda de que vivimos en una democracia. Todo es pompa y boato. Es un disfraz, una puta careta de colores que tapa al monstruo que hay detrás.

No es culpa de los jueces. Es culpa de que para que los jueces asciendan necesitan el aprobado de los políticos. Los políticos lo invaden todo e invadir el poder judicial trae consecuencias como la que nos ocupa. Cuando un sistema político mata de inicio los postulados de la separación de poderes de Montesquieu, está condenado a ser un estado fallido. Y eso es España, un estado fallido vestido de domingo.

"¿Es que te pensabas que iba a ir a la cárcel? Jeje" 


El sistema es sencillo y fácil de entender. Los políticos se reparten el Consejo General del Poder Judicial, órgano de gobierno de los jueces. El CGPJ asciende jueces, reparte puestos, dictamina sanciones y un largo etcétera de competencias que abarcan a toda la justicia. Por tanto, si uno quiere ser juez de renombre tendrá que obedecer las órdenes de los elegidos por los políticos. Como por ejemplo, los jueces que han soltado a Urdangarín. En un tiempo les veremos ascender como ascienden los globos sonda.

Por otro lado, el Fiscal General del Estado es elegido por el Gobierno directamente, sin ningún tipo de rubor. Éste, a su vez, reparte órdenes pormenorizadas al resto de fiscales para que las cumplan sin rechistar. Esta práctica explica que existan fiscales tan lamentables como el sr. Horrach, más preocupado por ser abogado de la Infanta que fiscal en un caso tan relevante.

El último pilar sobre el que se erige esta bazofia legal es la infrafinanciación de toda la Justicia y el debilitamiento de su poder. Colapsar a los jueces con miles de casos y enterrarlos en papeleo es la mejor opción para desmoralizar a cualquiera que quiera hacerse el héroe y para eternizar los procesos hasta la extenuación.

Por tanto, si controlas a los jueces, controlas a los fiscales y controlas la financiación, el resultado es la justicia a la carta que tenemos. En el caso Noos se decidió realizar todo un paripé con ánimos de calmar al pueblo llano durante un tiempo. Podrían haber dejado pasar el tema y desestimar la demanda desde un principio, pero se encontraron con dos problemas: el jaleo mediático y el juez Castro. La solución fue montar un juicio de postín y alargar el proceso para rebajar la furia colectiva. Al final han decidido no esconderse y, por algún motivo, una condena de seis años se ha resuelto con la puesta en libertad del sujeto condenado. Todos sabemos la razón.

Todos somos iguales ante la ley.

lunes, 20 de febrero de 2017

Un Cuento de Princesas

La Infanta ha sido absuelta, por supuesto. El final del culebrón del caso Noos no ha traído ninguna sorpresa. Todo este circo orquestado desde la Zarzuela y desde Moncloa tenía una planificación ardua pero segura.

Es decir, alguien se da cuenta de que el yerno del Rey está robando a manos llenas. Se le insta a dejar esas actividades pero el amigo Iñaki insiste en que su proyecto es absolutamente legal. Él se dedica a cobrar informes de veinte páginas extraídos del Rincón del Vago a precio de coltán utilizando la Corona como pretexto. Como no hay quién le baje del burro, se le empapela y salta la liebre.

¡Mierda! ¡Nos la ha liado este cabrón!. A partir de aquí, todos los periodistas se lanzan a escarbar hasta dar con la gran pepita de oro: la Infanta. Cristina de Borbón ha sido testigo directo del enriquecimiento de su marido a expensas del erario público y no sólo eso, sino que además ha participado en la trama mediante otra empresa fantasma llamada Aizon, a la que enviaba facturas de todo tipo cuando se suponía que era una organización sin ánimo de lucro. Durante un tiempo no dejan de aparecer correos y documentos firmados que la involucran de lleno. El nuevo Rey no tiene más remedio que alejarse de su hermana y su yerno y los echa a patadas de la Familia Real. Se le retiran todos los actos como Infanta y se le invita al exilio en Suiza. 

 "Me voy yendo para el palecete. Luego te veo"


A los pocos meses comienza la Instrucción del juicio. El juez resulta ser José Castro, un hombre honesto a pocos años de su jubilación, que no tiene ambición por el ascenso y que a priori, resulta incorruptible. Las altas esferas comienzan a preocuparse. Van a tener que ofrecer el real culo de la Infanta y aceptar su imputación. Aún así, se encuentran con un fiscal dispuesto a todo en pro de sacar a Cristina del lío en que se ha metido. Se lanza la teoría del desconocimiento y del amor ciego. El fiscal Horrach se empeña en suavizar la implicación de la Infanta e intenta hasta el último momento evitar la imputación. El clamor popular crece y la imputación se consuma. La justicia parece imponerse y aparece la esperanza dentro del vulgo. 

El juicio se mediatiza hasta la extenuación, con retransmisiones en directo y un seguimiento exhaustivo del mismo. Cristina de Borbón utiliza más de cien veces las expresiones "No sé" o "Lo desconozco". La acusación principal, formada por la abogada de Manos Limpias, se ve envuelta en un escándalo de extorsiones y amenazas por parte del sindicato hacia ciertas personas a cambio de no llevarlos ante la justicia. El CNI filtra todo tipo de datos a la prensa para desprestigiar a la acusación y embrutecer el ambiente. La absolución ya se menciona en ciertos círculos. 

Finalmente llegamos a la sentencia que, como era previsible, castiga con seis años de cárcel a Iñaki Urdangarín y absuelve a su esposa, Cristina de Borbón. Por supuesto, aún falta el último y más importante paso: el recurso al Tribunal Supremo. Jueces de nuestra cuerda que reducirán la condena de Iñaki hasta los dos años, librándose así de ir a la cárcel y cerrando el círculo de la deshonra. 


viernes, 17 de febrero de 2017

NioH: la senda del samurai

La mitología japonesa siempre ha estado envuelta en un aura de misterio y lejanía que infunde respeto y atracción a partes iguales entre los occidentales. Los espíritus malignos o yokai, son demonios de muy diversas formas y con diferentes niveles de maldad. Los japoneses les atribuyen influencia en los actos de las personas. El terrible Oni y su garrote de hierro contrasta con el juguetón Kappa, un humanoide con caparazón de tortuga y cara de rana que disfruta asustando a los humanos con los que se topa.

NioH, el nuevo proyecto de los chicos del Team Ninja, se desarrolla en un Japón feudal en guerra  y en el que los yokai han aparecido en el mundo de los humanos para sembrar el caos. Nuestro protagonista es William, un pirata que se verá envuelto en una aventura para recuperar el espíritu guardián que le ha sido arrebatado por un alquimista malvado, quien será nuestro principal enemigo.



William se verá obligado a convertirse en un verdadero samurai si quiere sobrevivir en el mundo hostil al que ha ido a parar. Humanos, demonios, ninjas y todo tipo de criaturas demoníacas serán los rivales que tendremos que ir salvando para alcanzar cada objetivo. Como samurais tendremos que especializarnos en dos de las armas que el juego nos ofrece: katanas, dobles katanas, lanzas, hachas y kurasigamas, un arma muy versátil compuesta por una hoz en un extremo y una cadena con un peso final en el otro.


El combate exige una alta concentración al jugador, tornándose frenético en ocasiones y muy duro si los enemigos nos superan en número. Nuestra barra de vida bajará de forma alarmante si recibimos un golpe sin estar en guardia. Sin embargo, la barra más importante con la que cuenta nuestro personaje es la que nos indica el ki, una especie de estamina que indica el gasto de cada una de nuestras técnicas de ataque. El juego se divide por misiones principales con cinemáticas intercaladas y misiones secundarias que nos servirán para aprender técnicas y adquirir nuevo equipamiento.
El contenido que ofrece NioH es singularmente amplio, con opciones de forja de armas y todo una serie de técnicas y movimientos diferentes para cada una de las armas.



El juego bebe del espíritu de la saga Souls, pero añadiendo su propia personalidad en el combate cuerpo a cuerpo. Es rápido, es ágil y es divertido. Tenemos tres posiciones de guardia: alta, media y baja. Con la guardia alta asestaremos golpes contundentes que agotarán nuestro ki enseguida pero que serán más lentos. La postura media nos permite una defensa y un ataque equilibrados y será por la que optaremos la mayor parte del tiempo. La postura baja permite golpear múltiples veces aunque con un daño menor. Cada tipo de arma tendrá movimientos diferentes según cada postura y además, los diferentes tipos de enemigos nos obligarán a utilizar una u otra dependiendo de la defensa que presenten.

Los sesenta frames por segundo que soporta la Play Station 4 contribuyen a una experiencia muy recomendable en su conjunto. El juego es exigente, sí, pero también es justo con el jugador. Los enemigos utilizarán las mismas armas que nosotros y además también cuentan con una barra de ki, algo que podremos utilizar en nuestro beneficio si les obligamos a gastarla por completo y a quedar exhaustos -y por tanto expuestos- durante los enfrentamientos. NioH entrega al jugador herramientas para que aprenda las artes samurais y las ponga en práctica desde el minuto uno. Aún así, lo cierto es que moriremos incontables veces ya que en NioH cualquier despiste se paga con la muerte.



Los jefes finales nos regalan enfrentamientos memorables que pueden ser de larga duración dependiendo del rival. Desde demonios enormes hasta vampiras mortales o gigantescos artrópodos, todos nos obligarán a estudiar sus patrones de ataque y a escudriñar sus puntos débiles para tener alguna posibilidad ante rivales a los que a priori parece imposible derrotar.

Es un juego para los gamers que se quejan de la dificultad actual en los videojuegos. En NioH encontrarán el desafío que poco a poco la industria ha ido olvidando y dejando de lado.

jueves, 16 de febrero de 2017

Aquelarre en Podemos

Desde los inicios de la Tuerka en YouTube y el posterior salto de Iglesias a la Sexta Noche, todos vimos cómo un joven profesor universitario, licenciado en Ciencias Políticas, se erigía como líder de los sin voz, aplastados por la crisis económica y ninguneados por los poderes políticos y financieros.

Aquel Pablo Iglesias, de aspecto desenfadado, pelo largo y corbata casual, traía un mensaje conciso y contundente que encandilaba a las masas y enfurecía a la derecha. Pronto, todo el mundo hablaba de castas y de asaltar los cielos. Aquel tipo sí parecía ser la voz serena del 15-M. Un discurso tranquilo, pausado y lejano al griterío de las tertulias enseguida caló en los medios de comunicación. Los sábados por la noche la Sexta conseguía desbancar a Telecinco y a su programación basura, líder hasta ese momento ofreciendo al televidente porquería en bandeja. De hecho, Telecinco hizo un intento de tertulia política que fue un auténtico fiasco. Un licenciado en Ciencias Políticas había puesto en jaque a Mediaset.



Tras varios meses en la Sexta y un afianzamiento de su imagen en las redes sociales, Pablo Iglesias, guiado por Juan Carlos Monedero, decide crear Podemos y acudir a las elecciones europeas. El plan se urdió en la Complutense de Madrid, con muchos de los ahora presentes en la cúpula morada. La apuesta salió tan bien que de la nada y sin apenas medios para hacer campaña, lograron colocar a cinco eurodiputados en el Parlamento Europeo, lo que ratificó la teoría de Iglesias de la importancia de la televisión como plataforma de lanzamiento. 

A partir de ahí, el resto de medios de comunicación comenzó a dar cobertura a Podemos y a llenar horas y horas de programación con este grupo de jóvenes políticos que arrasaban por donde iban; el mayor soplo de aire fresco de la política española desde la Transición. Por supuesto, el aumento exponencial de la fama trajo consigo todo un serial de ataques mediáticos por parte de cierto colectivo de periodistas. Pero internamente, Podemos se mantenía firme y lanzaba balones fuera. 

Lo interesante de este proceso de auge de la marca hasta llegar al Parlamento ha sido el progresivo desgaste y deterioro que han sufrido a nivel interno. El Pablo Iglesias que debatía en la Sexta Noche no es el Pablo Iglesias actual. Su imagen desenfadada y su convincente discurso han dado paso a un semblante serio y taciturno; además de una pérdida de peso considerable y un ceño que siempre está fruncido.



Podemos ha cometido errores de bulto en el mantenimiento y cuidado de su imagen pública. No todo el mundo puede soportar el desgaste que provoca la fama y el foco de los medios y eso se nota en los errores que se cometen. Cuando un dirigente escribe un tuit, tiene que tener claro la repercusión que va a tener y en ese aspecto ha habido fallos garrafales. Otro error que ningún partido comete es airear los choques internos, sin embargo, Podemos se ha encargado de darle pábulo a las diferencias entre Errejón e Iglesias, que es lo mismo que echarle gasolina al incendio. 

Es decir, en ocasiones el ciudadano percibe que Podemos se ha visto desbordado por los acontecimientos y que no es capaz de actuar con seriedad. Vistaelegre 2 fue, más que en un congreso, un circo donde los periodistas acudían buscando carnaza y filtraciones en medio de la guerra de bandos en la que se ha convertido el partido. La gente de Errejón, los partidarios de Iglesias y los anticapitalistas se lanzas pedradas a diestro y siniestro a través de los medios y de las redes sociales; un puto desastre a nivel de imagen pública. 

Esto es Podemos a día de hoy, un partido más que nació bajo la esperanza de muchos y que cayó bajó la ambición y la codicia de unos pocos. 

jueves, 26 de enero de 2017

La Toxicidad en YouTube

Ya han pasado un par de semanas desde que Nintendo presentó oficialmente su nueva videoconsola, bautizada como Nintendo Switch, que saldrá al mercado a principios de marzo convirtiéndose en la sustituta de la ninguneada Wii U.

Se trata de un híbrido entre consola de sobremesa y portátil, con mandos extraíbles que soportan una tecnología de vibración y reconocimiento visual como nunca antes se había visto. Se lanzará al mercado con el gran aval que supone The Legend Of Zelda: Breath of the Wild, la última y esperadísima entrega de una saga que el año pasado cumplió 30 años desde su aparición en la NES y que tiene millones de fans por todo el mundo.

Nintendo Switch


La red está llena de información sobre la Switch y de cientos de análisis y elucubraciones acerca de lo que será el sistema, hasta dónde será capaz de llegar, cuál será el apoyo de las terceras compañías, etc.. Después de participar activamente estas dos últimas semanas en todo este enjambre de foros, discusiones y publicaciones en YouTube, Twitter o Facebook, he de admitir que he llegado a desesperarme por toda la basura que me he encontrado. El nivel de odio y fanatismo que he llegado a leer en muchos de los cientos y cientos de comentarios que he visto, me resulta preocupante. A raíz de la conferencia de presentación de este producto de Nintendo, se han establecido dos bandos principales que se han declarado una guerra tan absurda como terrible en la red.

Los famosos nintenderos, mostraron enseguida su entusiasmo por el último producto de su marca favorita, alzando como es normal sus virtudes y compartiendo sus sensaciones y esperanzas de cara a los próximos meses. Unos hablaban de su tamaño perfecto, de su versatilidad, de las posibilidades que ofrece en cuanto a movilidad, etc. Otros, dentro de este grupo, mostraron cierto recelo al descubrir que Nintendo iba a comenzar a cobrar una suscripción por el uso de su sistema online, algo que hasta ahora no había ocurrido en sus anteriores máquinas. También les sorprendió el precio final con el que se venderá en España, unos 330 euros sin juego, precio notablemente superior a sus dos directas competidoras: la Play Station 4 Slim actualmente se puede conseguir por 243 euros con juego incluido y la Xbox One S ronda los 270 euros, también con un juego. Por tanto, algunos de estos nintenderos compartieron en estos foros su extrañeza por esta jugada de Nintendo, no exenta de riesgo en el mercado actual. Todo bien razonado y con exquisita educación por lo que yo pude leer en general.

La guerra de sistemas ya existía en los 90 


En otro tipo de foros, más dedicados a las consolas de la competencia, se comenzaba a hablar sin tanta cautela sobre los defectos que encontraban en la Nintendo Switch. La mayoría ponía de manifiesto que los 32 Gigas de memoria que trae la consola se antojaban ridículos al lado de los 500 e incluso 1 TB que Sony y Microsoft incluían en sus consolas; muy poca memoria interna que iba a obligar a los usuarios que comprasen la máquina a gastar más dinero en tarjetas SDD de memoria externa. Otro defecto muy comentado era la escasa potencia gráfica que la Switch parecía ofrecer, a falta de datos oficiales que Nintendo no quiso compartir en la conferencia. Pero la realidad era que ninguno de los juegos que fueron presentados aquel día exhibían gráficos propios de esta generación. Por tanto, aquel rumor que decía que la Switch iba a ser tan potente como PS4 y Xbox One se derrumbó el mismo día de su presentación.

Conforme pasaban las horas, las noticias, los análisis y las opiniones aumentaron de manera significativa. Pero fueron las primeras publicaciones de los youtubers más influyentes de la comunidad las que supusieron el verdadero pistoletazo de salida para el caos total. Comenzó un cruce directo entre los nintenderos más acérrimos, que negaban punto por punto cualquier defecto de la consola y los propios seguidores de Nintendo que compartían sus dudas sobre el producto. El grupo ultra y negacionista, animado por el vídeo de su youtuber favorito, se lanzó a la caza del falso nintendero, al que se acusó de todo tipo de tropelías.

Mientras los seguidores de la gran N se mataban entre ellos, los primeros sonyers comenzaron a asomar la cabeza por estos foros para interesarse por la lucha fraticida que se estaba produciendo. Algunos metían baza para hurgar en la herida con comentarios sarcásticos sobre los aspectos más negativos de la consola, otros se sorprendían por el ambiente que se vivía y otro grupo se dedicaba al trolleo puro y duro.

Uno de los youtubers más influyentes del momento, ex seguero y actual enemigo declarado de Sony, se dedicó a fomentar la defensa a ultranza de la Nintendo Switch con vídeos constantes que espoleaban a sus seguidores. Pero algo curioso sucedió a lo largo de los días en el canal de este youtuber. Muchos de sus suscriptores, comenzaron a escribirle comentarios extensos y argumentados en los que se mostraban ofendidos por el lenguaje ofensivo que estaba utilizando en los vídeos contra cualquiera que hubiera puesto en duda a la máquina. Este reducto de nintenderos críticos con el producto presentado por una multinacional evidenciaron que se había generado una auténtica ola de mierda llena de odio y desprecio entre usuarios por un puto producto electrónico. Se quejaban de la actitud de los más ultras, que habían endiosado a una marca comercial defendiéndola como algo sagrado, y olvidando la condición de consumidores de todos ellos.

El youtuber respondió borrando numerosos comentarios, en especial aquellos que le colocaban en su sitio por la estúpida y fanática actitud que estaba desplegando. También bloqueó a decenas de usuarios y por supuesto, también perdió a todos esos suscriptores. Los días siguientes los comentarios publicados bajo sus vídeos fueron perdiendo extensión, gramática y léxico en general, para convertirse en frases cortas, ofensivas y llenas de faltas de ortografía. En pocos días, el youtuber perdió a los seguidores de más de veinticinco años, para quedarse con una gran masa de críos, de ignorantes y de estúpidos fanáticos sin respeto alguno.

Lo peor de todo y lo más preocupante es que el balance general de estas dos semanas, se resume en que el youtuber ha ganado en total más de 3000 nuevos suscriptores. Internet como reflejo de la vida misma.

miércoles, 4 de enero de 2017

Las dos caras de la Red Social

En los últimos cinco años, la importancia social de las redes como Facebook, Twitter o YouTube se ha multiplicado de tal forma que a día de hoy se han establecido como las principales fuentes de información para gran parte de la población, muy por encima de los medios tradicionales.

La inmediatez que Twitter ofrece al usuario ha superado con creces a la radio como el medio más eficaz y presto en cuanto a actualidad se refiere. A los pocos segundos de acontecer una noticia de cierta relevancia, la dispersión de la misma se realiza de forma exponencial, de manera que un único individuo llega a miles de usuarios que a su vez se hacen eco de la información y vuelven a utilizar el retuit. En pocos minutos una sola persona puede desencadenar una oleada de interés a nivel nacional -e incluso mundial- que los medios tradicionales se encargarán de contrastar y ampliar, en su caso.



Hace menos de una década, el proceso era mucho más lento y tedioso, de forma que la mayoría de noticias tardaban unas pocas horas en coger forma y ser publicadas en los telediarios de la siguiente edición. Esta nueva forma de información instantánea acarrea serios problemas de fiabilidad y sobre todo potencia la rumorología, pseudociencia con miles de seguidores en nuestra sociedad. El morbo, la polémica, la discusión emocional, el escándalo y el escarnio público son los reyes del trending topic. El interés masivo y viral de cualquier noticia no escapa a los tópicos de siempre, sólo que a una velocidad mucho más endiablada. No son pocas las personas que se han visto afectadas por una montaña de tuits que en pocas horas han acabado con su anonimato y con su reputación. Twitter no perdona.

Aquel chaval medio idiota que golpeó a una chica en el tacón para hacerla caer, sufrió las consecuencias de la viralidad y del click masivo. Su nombre, su DNI e incluso su dirección personal fueron publicados el mismo día en que se convirtió en trending topic en España. Se le pudo desenmascarar porque hoy día cualquiera puede rebuscar en tus propias publicaciones y obtener todos los datos que desee. Desde luego, ninguna sentencia de ningún juez iba a ser tan severa como la que sufrió aquel pobre desgraciado.  

Twitter es un universo que nos hace sentir en un ambiente coloquial y seguro. Opinamos sobre decenas de temas cada día y nos permitimos bromear o trollear a aquellos que copan la actualidad. A las pocas horas, unos temas entierran a otros y nos olvidamos del asunto. Pero el historial de nuestros tuits queda ahí para siempre. Inlcuso no basta con borrar un tuit del que nos hemos arrepentido. Si tu mensaje fue retuiteado tan sólo una vez, perdiste el control sobre él porque pasa a formar parte del time line de otro usuario. Un asunto éste que ha provocado numerosos problemas a los políticos de nueva generación, que sufrieron en sus carnes búsquedas concienzudas por parte de periodistas del ala contraria, que deseaban encontrar cualquier tuit que se saliera de lo políticamente correcto para publicarlo al instante; aunque ese tuit tuviera cinco o más años. Es igual. Si te tomas Twitter como una charla coloquial entre amigos estás muy equivocado. Porque en una cafetería con amigos uno se puede permitir ciertas licencias, incluso de mal gusto; pronto quedarán en el olvido. Pero en Twitter todo queda registrado y un mensaje estúpido u ofensivo puede hundir a su propietario a los cinco o seis años de su publicación. Éste es uno de los modus operandi de periodistas referentes del clickbait como Eduardo Inda, experto en la materia y que ha tenido a un equipo de cuatro personas dedicados exclusivamente a la búsqueda de basura en los time lines de sus víctimas.



Por lo general, la gente no es consciente de la responsabilidad de una publicación ofensiva o chistosa. Creen que les leerán sus amigos y seguidores sin plantearse que sus mensajes pueden llegar a millones de personas a las que no les hará ni puta gracia leer ciertas barbaridades y por tanto, es muy posible que muestren su ira al respecto. Le ocurrió también a aquel chaval de Alicante que se cachondeó de la muerte de un policía; medio país se le echó encima y el crío tuvo que dejar su pueblo y suplicar perdón delante de un juez mientras le caían las lágrimas por la cara. 

También les ocurrió a dos completos gilipollas que desearon la muerte al niño enfermo de cáncer que quería ser torero. Aquellas dos babosas se llevaron una buena oleada de odio y represalias por su valentía a la hora de meterse con un crío enfermo; justicia del pueblo. Twitter convertido en la plaza con cadalso donde suben los reos para ser ajusticiados. Y en este caso, confieso que fui partícipe del linchamiento.

De hecho, la mayoría de las empresas de cierto tamaño que poseen departamentos de recursos humanos, realizan investigaciones exhaustivas previas a la contratación de cualquier empleado. La imagen es una parte fundamental de las marcas y ningún jefe de personal quiere a un tipo que cuelgue fotos en las que se ponga en evidencia y por ende, ponga en evidencia a la empresa. Hay quien, a día de hoy, todavía se lamenta de no encontrar trabajo pese a sus esfuerzos, mientras su muro de Facebook está lleno de fotos suyas de dudoso gusto; evidentemente nunca pasará el corte para hacer una entrevista.

Ésa es la realidad del nuevo mundo y aquél que mejor se adapte, sobrevivirá por encima de las mariposas negras con las que aprendíamos a Darwin.