lunes, 20 de febrero de 2017

Un Cuento de Princesas

La Infanta ha sido absuelta, por supuesto. El final del culebrón del caso Noos no ha traído ninguna sorpresa. Todo este circo orquestado desde la Zarzuela y desde Moncloa tenía una planificación ardua pero segura.

Es decir, alguien se da cuenta de que el yerno del Rey está robando a manos llenas. Se le insta a dejar esas actividades pero el amigo Iñaki insiste en que su proyecto es absolutamente legal. Él se dedica a cobrar informes de veinte páginas extraídos del Rincón del Vago a precio de coltán utilizando la Corona como pretexto. Como no hay quién le baje del burro, se le empapela y salta la liebre.

¡Mierda! ¡Nos la ha liado este cabrón!. A partir de aquí, todos los periodistas se lanzan a escarbar hasta dar con la gran pepita de oro: la Infanta. Cristina de Borbón ha sido testigo directo del enriquecimiento de su marido a expensas del erario público y no sólo eso, sino que además ha participado en la trama mediante otra empresa fantasma llamada Aizon, a la que enviaba facturas de todo tipo cuando se suponía que era una organización sin ánimo de lucro. Durante un tiempo no dejan de aparecer correos y documentos firmados que la involucran de lleno. El nuevo Rey no tiene más remedio que alejarse de su hermana y su yerno y los echa a patadas de la Familia Real. Se le retiran todos los actos como Infanta y se le invita al exilio en Suiza. 

 "Me voy yendo para el palecete. Luego te veo"


A los pocos meses comienza la Instrucción del juicio. El juez resulta ser José Castro, un hombre honesto a pocos años de su jubilación, que no tiene ambición por el ascenso y que a priori, resulta incorruptible. Las altas esferas comienzan a preocuparse. Van a tener que ofrecer el real culo de la Infanta y aceptar su imputación. Aún así, se encuentran con un fiscal dispuesto a todo en pro de sacar a Cristina del lío en que se ha metido. Se lanza la teoría del desconocimiento y del amor ciego. El fiscal Horrach se empeña en suavizar la implicación de la Infanta e intenta hasta el último momento evitar la imputación. El clamor popular crece y la imputación se consuma. La justicia parece imponerse y aparece la esperanza dentro del vulgo. 

El juicio se mediatiza hasta la extenuación, con retransmisiones en directo y un seguimiento exhaustivo del mismo. Cristina de Borbón utiliza más de cien veces las expresiones "No sé" o "Lo desconozco". La acusación principal, formada por la abogada de Manos Limpias, se ve envuelta en un escándalo de extorsiones y amenazas por parte del sindicato hacia ciertas personas a cambio de no llevarlos ante la justicia. El CNI filtra todo tipo de datos a la prensa para desprestigiar a la acusación y embrutecer el ambiente. La absolución ya se menciona en ciertos círculos. 

Finalmente llegamos a la sentencia que, como era previsible, castiga con seis años de cárcel a Iñaki Urdangarín y absuelve a su esposa, Cristina de Borbón. Por supuesto, aún falta el último y más importante paso: el recurso al Tribunal Supremo. Jueces de nuestra cuerda que reducirán la condena de Iñaki hasta los dos años, librándose así de ir a la cárcel y cerrando el círculo de la deshonra. 


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