jueves, 16 de febrero de 2017

Aquelarre en Podemos

Desde los inicios de la Tuerka en YouTube y el posterior salto de Iglesias a la Sexta Noche, todos vimos cómo un joven profesor universitario, licenciado en Ciencias Políticas, se erigía como líder de los sin voz, aplastados por la crisis económica y ninguneados por los poderes políticos y financieros.

Aquel Pablo Iglesias, de aspecto desenfadado, pelo largo y corbata casual, traía un mensaje conciso y contundente que encandilaba a las masas y enfurecía a la derecha. Pronto, todo el mundo hablaba de castas y de asaltar los cielos. Aquel tipo sí parecía ser la voz serena del 15-M. Un discurso tranquilo, pausado y lejano al griterío de las tertulias enseguida caló en los medios de comunicación. Los sábados por la noche la Sexta conseguía desbancar a Telecinco y a su programación basura, líder hasta ese momento ofreciendo al televidente porquería en bandeja. De hecho, Telecinco hizo un intento de tertulia política que fue un auténtico fiasco. Un licenciado en Ciencias Políticas había puesto en jaque a Mediaset.



Tras varios meses en la Sexta y un afianzamiento de su imagen en las redes sociales, Pablo Iglesias, guiado por Juan Carlos Monedero, decide crear Podemos y acudir a las elecciones europeas. El plan se urdió en la Complutense de Madrid, con muchos de los ahora presentes en la cúpula morada. La apuesta salió tan bien que de la nada y sin apenas medios para hacer campaña, lograron colocar a cinco eurodiputados en el Parlamento Europeo, lo que ratificó la teoría de Iglesias de la importancia de la televisión como plataforma de lanzamiento. 

A partir de ahí, el resto de medios de comunicación comenzó a dar cobertura a Podemos y a llenar horas y horas de programación con este grupo de jóvenes políticos que arrasaban por donde iban; el mayor soplo de aire fresco de la política española desde la Transición. Por supuesto, el aumento exponencial de la fama trajo consigo todo un serial de ataques mediáticos por parte de cierto colectivo de periodistas. Pero internamente, Podemos se mantenía firme y lanzaba balones fuera. 

Lo interesante de este proceso de auge de la marca hasta llegar al Parlamento ha sido el progresivo desgaste y deterioro que han sufrido a nivel interno. El Pablo Iglesias que debatía en la Sexta Noche no es el Pablo Iglesias actual. Su imagen desenfadada y su convincente discurso han dado paso a un semblante serio y taciturno; además de una pérdida de peso considerable y un ceño que siempre está fruncido.



Podemos ha cometido errores de bulto en el mantenimiento y cuidado de su imagen pública. No todo el mundo puede soportar el desgaste que provoca la fama y el foco de los medios y eso se nota en los errores que se cometen. Cuando un dirigente escribe un tuit, tiene que tener claro la repercusión que va a tener y en ese aspecto ha habido fallos garrafales. Otro error que ningún partido comete es airear los choques internos, sin embargo, Podemos se ha encargado de darle pábulo a las diferencias entre Errejón e Iglesias, que es lo mismo que echarle gasolina al incendio. 

Es decir, en ocasiones el ciudadano percibe que Podemos se ha visto desbordado por los acontecimientos y que no es capaz de actuar con seriedad. Vistaelegre 2 fue, más que en un congreso, un circo donde los periodistas acudían buscando carnaza y filtraciones en medio de la guerra de bandos en la que se ha convertido el partido. La gente de Errejón, los partidarios de Iglesias y los anticapitalistas se lanzas pedradas a diestro y siniestro a través de los medios y de las redes sociales; un puto desastre a nivel de imagen pública. 

Esto es Podemos a día de hoy, un partido más que nació bajo la esperanza de muchos y que cayó bajó la ambición y la codicia de unos pocos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario