miércoles, 4 de enero de 2017

Las dos caras de la Red Social

En los últimos cinco años, la importancia social de las redes como Facebook, Twitter o YouTube se ha multiplicado de tal forma que a día de hoy se han establecido como las principales fuentes de información para gran parte de la población, muy por encima de los medios tradicionales.

La inmediatez que Twitter ofrece al usuario ha superado con creces a la radio como el medio más eficaz y presto en cuanto a actualidad se refiere. A los pocos segundos de acontecer una noticia de cierta relevancia, la dispersión de la misma se realiza de forma exponencial, de manera que un único individuo llega a miles de usuarios que a su vez se hacen eco de la información y vuelven a utilizar el retuit. En pocos minutos una sola persona puede desencadenar una oleada de interés a nivel nacional -e incluso mundial- que los medios tradicionales se encargarán de contrastar y ampliar, en su caso.



Hace menos de una década, el proceso era mucho más lento y tedioso, de forma que la mayoría de noticias tardaban unas pocas horas en coger forma y ser publicadas en los telediarios de la siguiente edición. Esta nueva forma de información instantánea acarrea serios problemas de fiabilidad y sobre todo potencia la rumorología, pseudociencia con miles de seguidores en nuestra sociedad. El morbo, la polémica, la discusión emocional, el escándalo y el escarnio público son los reyes del trending topic. El interés masivo y viral de cualquier noticia no escapa a los tópicos de siempre, sólo que a una velocidad mucho más endiablada. No son pocas las personas que se han visto afectadas por una montaña de tuits que en pocas horas han acabado con su anonimato y con su reputación. Twitter no perdona.

Aquel chaval medio idiota que golpeó a una chica en el tacón para hacerla caer, sufrió las consecuencias de la viralidad y del click masivo. Su nombre, su DNI e incluso su dirección personal fueron publicados el mismo día en que se convirtió en trending topic en España. Se le pudo desenmascarar porque hoy día cualquiera puede rebuscar en tus propias publicaciones y obtener todos los datos que desee. Desde luego, ninguna sentencia de ningún juez iba a ser tan severa como la que sufrió aquel pobre desgraciado.  

Twitter es un universo que nos hace sentir en un ambiente coloquial y seguro. Opinamos sobre decenas de temas cada día y nos permitimos bromear o trollear a aquellos que copan la actualidad. A las pocas horas, unos temas entierran a otros y nos olvidamos del asunto. Pero el historial de nuestros tuits queda ahí para siempre. Inlcuso no basta con borrar un tuit del que nos hemos arrepentido. Si tu mensaje fue retuiteado tan sólo una vez, perdiste el control sobre él porque pasa a formar parte del time line de otro usuario. Un asunto éste que ha provocado numerosos problemas a los políticos de nueva generación, que sufrieron en sus carnes búsquedas concienzudas por parte de periodistas del ala contraria, que deseaban encontrar cualquier tuit que se saliera de lo políticamente correcto para publicarlo al instante; aunque ese tuit tuviera cinco o más años. Es igual. Si te tomas Twitter como una charla coloquial entre amigos estás muy equivocado. Porque en una cafetería con amigos uno se puede permitir ciertas licencias, incluso de mal gusto; pronto quedarán en el olvido. Pero en Twitter todo queda registrado y un mensaje estúpido u ofensivo puede hundir a su propietario a los cinco o seis años de su publicación. Éste es uno de los modus operandi de periodistas referentes del clickbait como Eduardo Inda, experto en la materia y que ha tenido a un equipo de cuatro personas dedicados exclusivamente a la búsqueda de basura en los time lines de sus víctimas.



Por lo general, la gente no es consciente de la responsabilidad de una publicación ofensiva o chistosa. Creen que les leerán sus amigos y seguidores sin plantearse que sus mensajes pueden llegar a millones de personas a las que no les hará ni puta gracia leer ciertas barbaridades y por tanto, es muy posible que muestren su ira al respecto. Le ocurrió también a aquel chaval de Alicante que se cachondeó de la muerte de un policía; medio país se le echó encima y el crío tuvo que dejar su pueblo y suplicar perdón delante de un juez mientras le caían las lágrimas por la cara. 

También les ocurrió a dos completos gilipollas que desearon la muerte al niño enfermo de cáncer que quería ser torero. Aquellas dos babosas se llevaron una buena oleada de odio y represalias por su valentía a la hora de meterse con un crío enfermo; justicia del pueblo. Twitter convertido en la plaza con cadalso donde suben los reos para ser ajusticiados. Y en este caso, confieso que fui partícipe del linchamiento.

De hecho, la mayoría de las empresas de cierto tamaño que poseen departamentos de recursos humanos, realizan investigaciones exhaustivas previas a la contratación de cualquier empleado. La imagen es una parte fundamental de las marcas y ningún jefe de personal quiere a un tipo que cuelgue fotos en las que se ponga en evidencia y por ende, ponga en evidencia a la empresa. Hay quien, a día de hoy, todavía se lamenta de no encontrar trabajo pese a sus esfuerzos, mientras su muro de Facebook está lleno de fotos suyas de dudoso gusto; evidentemente nunca pasará el corte para hacer una entrevista.

Ésa es la realidad del nuevo mundo y aquél que mejor se adapte, sobrevivirá por encima de las mariposas negras con las que aprendíamos a Darwin. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario