jueves, 3 de noviembre de 2016

La Ciencia mata a las Letras

Las carreras universitarias de Letras están muriendo. Según este estudio del INE, las tasas de empleo de aquellos que cursan Ingenierías doblan a los que optan por las Filologías y las Humanidades. Un 98% de los Ingenieros en Electrónica logran encontrar empleo al acabar sus estudios. Por contra, sólo un 54% de los Licenciados en Historia acaba trabajando en su primer año en el mercado laboral.


Esta tendencia lleva años cuajándose en occidente. Nuestra sociedad se nutre de los avances tecnológicos que los ingenieros logran investigando, y ello nos lleva a cruzar horizontes inimaginables hace treinta o cuarenta años. Todos deberíamos estar agradecidos por el trabajo de esa gente: aplicaciones que nos facilitan el día a día, ofertas de ocio al alcance de cualquiera y ordenadores completos con acceso a internet que caben en nuestro bolsillo. Maravilloso.


Sin embargo, el conocimiento del hombre parece estar de capa caída. No es rentable. Nuestra historia, nuestra literatura, nuestra pintura o nuestras lenguas no parecen encontrar su sitio en nuestro actual sistema de vida. La gente ha perdido el interés por algo que creen que Google puede resolver. 

'¿De qué sirve estudiar Historia si en mi mano tengo acceso a toda ella? ¿Para qué necesito conocer la ortografía si Twitter tiene un corrector?'

Este razonamiento tan absurdo se está propagando entre los jóvenes como una plaga bíblica sobre los egipcios. 

En la época histórica con mayor acceso al conocimiento nos encontramos con el mayor número de analfabetos funcionales por metro cuadrado. Nadie quiere perder el tiempo en conocer la historia cuando puede teclear en Google y leer un artículo de la Wikipedia. El error es mayúsculo. 


Google está metido de lleno en el proyecto de la Biblioteca Digital Mundial junto a la Biblioteca del Congreso de USA y la UNESCO, con el objetivo de crear una Biblioteca de Alejandría y expandir el conocimiento. Desde luego no pretenden ser la excusa de los iletrados para seguir siéndolo. Hoy día la persona que no posee una cultura media y aceptable -y no me refiero a la cultura elitista y exclusiva de eruditos- es porque no quiere. Elige ser analfabeto. No le importa ser ajeno a la geopolítica y al conocimiento minimo de lo que le rodea. Prefiere ser un autómata más que trabaja cuarenta horas semanales y el resto del tiempo lo dedica al consumo y al hedonismo. 




Ese tipo de personas -la gran mayoría de la población-, es el concepto de ciudadano que los poderes quieren: un iletrado que no moleste y que consuma sin parar. La cura a este mal se llama cultura, pero muchos no quieren ni acercarse porque les supone un gran esfuerzo abrir un libro y ponerse a leer. Es mucho más sencillo abrir Netflix y quedarse embobado unas horas. 

Muy bien todo. 





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