Sin embargo, el conocimiento del hombre parece estar de capa caída. No es rentable. Nuestra historia, nuestra literatura, nuestra pintura o nuestras lenguas no parecen encontrar su sitio en nuestro actual sistema de vida. La gente ha perdido el interés por algo que creen que Google puede resolver.
'¿De qué sirve estudiar Historia si en mi mano tengo acceso a toda ella? ¿Para qué necesito conocer la ortografía si Twitter tiene un corrector?'
Este razonamiento tan absurdo se está propagando entre los jóvenes como una plaga bíblica sobre los egipcios.
En la época histórica con mayor acceso al conocimiento nos encontramos con el mayor número de analfabetos funcionales por metro cuadrado. Nadie quiere perder el tiempo en conocer la historia cuando puede teclear en Google y leer un artículo de la Wikipedia. El error es mayúsculo.
Google está metido de lleno en el proyecto de la Biblioteca Digital Mundial junto a la Biblioteca del Congreso de USA y la UNESCO, con el objetivo de crear una Biblioteca de Alejandría y expandir el conocimiento. Desde luego no pretenden ser la excusa de los iletrados para seguir siéndolo. Hoy día la persona que no posee una cultura media y aceptable -y no me refiero a la cultura elitista y exclusiva de eruditos- es porque no quiere. Elige ser analfabeto. No le importa ser ajeno a la geopolítica y al conocimiento minimo de lo que le rodea. Prefiere ser un autómata más que trabaja cuarenta horas semanales y el resto del tiempo lo dedica al consumo y al hedonismo.
Ese tipo de personas -la gran mayoría de la población-, es el concepto de ciudadano que los poderes quieren: un iletrado que no moleste y que consuma sin parar. La cura a este mal se llama cultura, pero muchos no quieren ni acercarse porque les supone un gran esfuerzo abrir un libro y ponerse a leer. Es mucho más sencillo abrir Netflix y quedarse embobado unas horas.
Muy bien todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario