Un 80% de los españoles opina que el tiempo de Mariano Rajoy ha terminado y que debe, por tanto, dar paso a otro dirigente. Casi un 40% de los votantes del PP opinan lo mismo según la encuesta que Metroscopia ha publicado hoy.
El poder o la potestas debe de tener una parte muy golosa cuando el señor Mariano Rajoy, sabiendo que 8 de cada 10 españoles quiere darle puerta, insiste en quedarse donde está. Por eso los romanos distinguían muy claramente en su Derecho los términos de auctoritas y de potestas. La auctoritas pertenece a aquellos que ostentan una capacidad moral reconocida y legitimada socialmente para emitir opiniones cualificadas sobre cualquier decisión. Y la potestas, en cambio, es la capacidad legal para hacer cumplir esa decisión; es decir, es el poder que te otorga el cargo institucional. Lo ideal para un líder sería gozar de ambas cualidades, pero es harto complicado que los aristoi, reconocidos por su auctoritas, lleguen al poder, como expliqué en el artículo Aristocracia y Oligarquía.
La auctoritas no se puede comprar ni heredar, ni siquiera se puede aprender en ningún curso de coaching para snobs; la auctoritas la otorga el colectivo en un plano casi inconsciente. Existe algo en nuestras mentes que nos hace reconocer la auctoritas en un hombre o en una mujer. Incluso discrepando de sus opiniones, el colectivo respeta y admite la condición de persona venerable y digna de ser escuchada con atención. Era el caso de Clara Campoamor, que en base a su auctoritas, llegó a ser una de las pocas abogadas de su época, influyendo decisivamente en la obtención del sufragio femenino. También lo era Martin Luther King y su lucha por los derechos civiles o la Madre Teresa de Calcuta en su entrega a los necesitados.
Nelson Mandela, en los 27 años que estuvo en la cárcel, siempre conservó la auctoritas, porque no se puede arrancar a la fuerza ni destituir al individuo de su condición, es algo que el individuo obtiene a lo largo de su vida en base a sus hechos y a su trayectoria vital. Cuando fue elegido Presidente de Sudáfrica, Mandela obtuvo la potestas, que aunque es caduca y volátil, también es mucho más efectiva a corto plazo que la auctoritas. El caso de Mandela es excepción entre los dirigentes contemporáneos.
A los tiranos les preocupa la obtención de la potestas para sí, pero también la destrucción de la auctoritas por considerarla una amenaza a sus intereses. Es por ello que en las dictaduras se persigue a los intelectuales y a los librepensadores, además de a los disidentes y a los artistas. También las democracias europeas practican esta persecución, que aunque no sea sangrienta, no deja de ser perjudicial para el que la sufre. En muchas democracias, la persona con auctoritas es silenciada o vilipendiada en los medios de comunicación, para acallar o tergiversar su mensaje e intentar debilitar su influencia.
Mariano Rajoy nunca ha sido poseedor de la auctoritas, y su apego a la potestas no es más que el reflejo de la decadencia de su liderazgo. ¿Dónde está la auctoritas?
Quién sabe.
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