Ha comenzado la temporada de caza mayor en el coto privado de la política. Mientras los Marksman engrasan los cerrojos de sus rifles, las pobres presas ignoran la suerte que les depara el futuro. Los bobalicones corzos de Podemos corretean entre sus escaños y juegan al tira y afloja con el PSOE y Ciudadanos para conseguir un pacto del todo imposible. Tan imposible, que las huestes fundacionales de Ciudadanos, comandados por el lugarteniente de Rivera —el señor Girauta—, ya se han lanzado sin mesura contra la presa más codiciada del coto: Pablo Iglesias y su rebaño.
Las informaciones provenientes del PanamaLeaks han causado heridas en numerosas personas e instituciones, no sólo en Podemos. Pero es evidente que es mucho más cómodo publicar a cinco columnas sobre el rebaño de la izquierda que sobre la implicación del Banco Santander o del Banco Sabadell en todo este turbio asunto. Quizá será porque los periódicos de papel se venden envueltos literalmente en publicidad bancaria los fines de semana y quizá será porque todas las tertulias políticas de todas las radios están patrocinadas por la banca. Quizá, sólo quizá.
Cuando se abre la veda todos disparan a una y pocos aciertan, pero es igual, porque el estruendo de todos esos rifles ya ha causado la suficiente conmoción como para dejar a la presa desorientada y perdida. Los cazadores amartillan el arma, tiran del percutor y vuelven a la carga. Nuevas publicaciones, horas y horas de radio, tertulias a todo trapo. La presa está arrinconada, no sabe cómo defenderse.
Los días pasan y el plazo se acaba. Las elecciones llegarán y para entonces los cazadores ya esperan tener la cabeza del corzo colgada de la pared de su salón. Esperan tener su piel sobre los hombros. La cacería se convierte en una alianza de rifles, escopetas y balas de punta hueca. Todos quieren sacar tajada. Los mecenas que financian la cacería sostienen una copa de coñac en una mano; en la otra los prismáticos. Se miran confiados y se reconocen como iguales. La banca, las multinacionales, los oligarcas de los medios de comunicación. Todos comparten objetivo.
La presa sigue corriendo y lanza un alarido mudo de socorro. Nadie le escucha por el ruido de los disparos. Clama por su vida hasta que vislumbra su final. Morirá como mueren los débiles frente a los poderosos. Morirá porque el estruendo de los rifles ahoga sus lamentos.
Morirá porque está sólo.
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