El otro día estaba ordenando mi modesta biblioteca y me topé con un ejemplar del Corán que compré cuando cursaba 2ª de Historia. Es un volumen obviamente traducido al español y, por tanto, según los musulmanes no sería un verdadero Qur'an, sino más bien un libro de consulta y estudio. No sería necesario el lavado de manos previo para su consulta como aparece en Homeland. En su momento lo leí entero y aún conservaba las marcas con ciertas azoras (capítulos) y aleyas (versículos) que me llamaron la atención.
Versículo An Nisa 4:34 – “Los hombres tienen autoridad
sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos más
que a otros y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son
devotas y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Alá manda que
cuiden. ¡Amonestad a aquellas de quienes temáis que se rebelen, dejadlas
solas en el lecho, pegadles! Si os obedecen, no os metáis más con
ellas. Alá es excelso, grande.”
Versículo Al Baqrah 2:191- Matadles donde quiera que
los encontréis y expulsadles de donde os hayan expulsado. La oposición
(a vuestra creencia)/ aguantar persecución es peor que matar.
Versículo An Anfal 8:17 –“No erais vosotros quienes les
mataban, era Alá Quien les mataba. Cuando tirabas, no eras tú quien
tiraba, era Alá Quien tiraba, para hacer experimentar a los creyentes un
favor venido de Él. Alá todo lo oye, todo lo sabe”
Versículo At Tauba 9:38 - ¡Creyentes! ¿Qué os pasa?
¿Por qué, cuando se os dice: “¡Id a la guerra (Yihad) por la causa de
Alá!” permanecéis clavados en tierra? ¿Preferís la vida de acá a la
otra? Y ¿qué es el breve disfrute de la vida de acá comparado con la
otra, sino bien poco…?
Bien, dejando a un lado que la Biblia no es precisamente un páramo de violencia, me interesa centrarme en una religión desconocida por muchos y lastrada de prejuicios y rechazos. El Corán es la palabra divina de Allah recitada por el arcángel de la Revelación (Gabriel) al Profeta Muhammad. Además del Corán, los suníes—rama mayoritaria del Islam—creen en la Sunna, dichos y hechos atribuidos al Profeta. Los cinco pilares del Islam son la profesión de la fe (No hay mas Dios que Allah y Mummahad es su Profeta), la oración, el ayuno, la limosna y la peregrinación a la Meca, donde se encuentra la Kaaba, que alberga la Piedra Negra sagrada del Islam.
El Corán es un texto con más de 1500 años y combina un estilo narrativo con prescripciones legales de la vida cotidiana y advertencias sobre ciertos comportamientos. No es un texto ameno, como no lo es la Biblia ni la mayoría de los textos sagrados y aunque es cierto que contiene versículos muy explícitos sobre violencia y machismo, no existe tanta diferencia con otros textos de la época pertenecientes a las otras religiones monoteístas. Entonces ¿por qué existe tanta radicalización del Islam y por qué se generan fenómenos como el Estado Islámico? La respuesta a esa pregunta es demasiado compleja para resumirla en un artículo, pero sospecho que es el contexto social el que está detrás de tales procesos.
Hoy día no diríamos que el cristianismo es una religión fundamentalista y sin embargo, en la España del siglo XVII eran habituales torturas y matanzas de tal grado de crueldad que las decapitaciones de ISIS parecerían fiestas de cumpleaños a su lado. Las cruzadas vistas por los árabes de Amin Maalouf describe cómo a los cruzados europeos les llegaba la sangre por los tobillos tras acuchillar a la mayoría de los habitantes de Jersusalén. Raymundo de Aguilers narra el episodio con gran entusiasmo: "En el pórtico y en el atrio de la mezquita la sangre subía hasta las rodillas y hasta el freno de los caballos".
Se cuenta también que en la Primera Cruzada eran numerosos los campesinos que se habían sumado a la llamada de los sacerdotes de cada parroquia y que acudieron con armas rudimentarias y sin ninguna armadura, creyendo que Dios les salvaría de las flechas de los infieles.
La Historia es apasionante porque una y otra vez nos demuestra que el hombre siempre tiende a caer en sus errores, sin importarle sus conocidas consecuencias. Una sociedad inculta, hambrienta y desprovista de horizontes es carne de cañón para que sea lanzada por cualquier adalid que les prometa esperanza. Los musulmanes no son diferentes.
Un irakí de 30 años ha vivido tres guerras en su vida y es más que probable que haya perdido seres queridos por el camino. No tiene posibilidad de prosperar, vive en un país arrasado dos veces por los americanos y en el que la seguridad es inexistente. Sólo en la Mezquita encuentra algo de paz y palabras reconfortantes. Desde luego un paraíso con setenta y dos vírgenes resulta más atractivo que su mísera existencia en Bagdad.
El Estado Islámico se compone de unos 50000 hombres dispuestos a morir por Allah y se calcula que manejan 2000 millones de dólares de diversas fuentes de financiación. Controlan Siria, la mayor parte de Irak y han comenzado a establecerse en Libia. Occidente tiene un serio problema que no sabe cómo gestionar pero del que conoce su origen. Sadam Hussein mantenía a raya a suníes, chiíes y kurdos con un férreo control militar alejado de la religión. Gadafi y Basar Al-Ashad hacían lo propio en Libia y Siria, respectivamente. Y Occidente, con su proverbial divulgación democrática agitó un avispero que nunca debió tocar y que desencadenó en la Primavera Árabe. Todo el mundo se las prometía muy felices con esa ola de modernidad, pero la cruda realidad es que Oriente Próximo tiene sus propias reglas culturales y éstas no casan con el american way of life.
Una cosa está clara y es que seremos los infelices peones los que acarrearemos con las consecuencias de esta maliciosa partida de ajedrez.
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