miércoles, 18 de marzo de 2015

Enemigo a las puertas (ISIS)

Hace un par de días escribí un artículo reflexionando acerca del problema que supone para Occidente el yihadismo del Estado Islámico. Desgraciadamente, hoy nos hemos levantado con la noticia de un ataque terrorista en Túnez, donde 20 turistas han perdido la vida y entre ellos, dos españoles.
El Estado Islámico ya ha llegado al Magreb, continuando con su expansión desde Oriente Próximo y tras la conquista de la ciudad Libia de Derna. Por delante tienen Argelia, país en el que se asienta uno de los tentáculos de ISIS (Jund Al Jilafa) y cuyo líder fue ejecutado por el ejército argelino en diciembre del año pasado. En Marruecos—uno de los principales exportadores de yihadistas a Siria e Irak—también se desarticuló una célula hace escasos dos meses.

El grupo terrorista más temido actualmente continúa con su campaña de terror, buscando la provocación de Occidente para una intervención militar de la OTAN que agite el avispero social establecido tras la Primavera Árabe. No tienen límites ni temen a la muerte; Allah les proporcionará 72 vírgenes si mueren en la yihad.



Les basta con unos cuantos kalashnikovs y una multitud de infieles como diana. Han conseguido moverse con soltura entre los países del Magreb y lo más preocupante es la sorprendente adherencia a la causa que han logrado entre los nativos de los países atacados.
Túnez, cuya economía gira en torno al turismo, va a experimentar con toda seguridad una espantada general y una alarmante caída de sus ingresos. Bancarrota, paro, pobreza: caldo de cultivo perfecto para revueltas y malestar social.

Ceuta y Melilla constituyen hoy día una de las principales preocupaciones de los servicios de inteligencia españoles, por ser también ciudades desde donde han partido multitud de musulmanes hacia Siria e Irak. Además, cada día entran en las dos ciudades autónomas millares de marroquíes a los que es imposible registrar adecuadamente, por los escasos recursos de los que dispone la Policía Aduanera.
Al-Ándalus está en el ojo de mira de ISIS y me temo que en un futuro viviremos algún episodio similar al de Charlie Hedbo.

Los actos irracionales del pasado nos pasan hoy factura y los desmanes generados por los Estados Unidos de América en su particular cruzada post 11-S habrá que pagarlos y con intereses. Si lanzas piedras contra un panal, lo más lógico es que acabes con varias picaduras.
A ISIS le es indiferente que el pueblo español clamara el famoso NO A LA GUERRA antes de la intervención en Irak. Cómo no les va a dar igual si ejecutan a diario a sus propios musulmanes chiítas.


Me preocupa seriamente la parálisis generalizada que Occidente vive ante tal avalancha de yihadismo. ¿Quién nos va a proteger de este enemigo que se encuentra a las puertas? Nuestra civilización vive una decadencia similar a la Roma del siglo III. El Imperio se enfrentó entonces a su peor crisis y acabó sucumbiendo tras generar enemigos entre sus propios ciudadanos, a través de un fenómeno de barbarización del ejército, pérdida de valores y corrupción política.

Todas las grandes culturas de la Historia han vivido un periodo de crecimiento, otro de esplendor y un posterior declive que desemboca en su ocaso. Desde luego la vieja Europa ya vivió su periodo de esplendor en el siglo XIX, con sus grandes ideales, sus referentes morales y su dominio del África colonial.

No sé en qué acabaremos, pero si tuviera que apostar diría que China, Rusia y el Islam serán los protagonistas de la décadas venideras y que Europa quedará relegada a ser un parque de ocio para disfrute de orientales.

No me gusta el panorama, no me gusta nada.







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