lunes, 9 de febrero de 2015

La lista Falciani

No seré yo quien defienda a Juan Carlos Monedero. Ha quedado claro que creó una sociedad para recibir los honorarios del consulting internacional realizado y que ahora ha tenido que realizar una declaración complementaria para evitar pillarse los pies y evadir un posible delito fiscal. En todo caso, diré que no es normal que el ministro de Hacienda español ni la vicepresidenta del Gobierno comparezcan tras un Consejo de Ministros y señalen públicamente a un ciudadano. No son maneras.
Este asunto ha provocado portadas a cuatro columnas, ríos de tinta en periódicos y horas y horas de radio y televisión. Los tertulianos se han abalanzado sobre el asunto como lo haría una manada de lobos ávidos de sangre.
En cambio, y resulta curioso teniendo en cuenta lo anterior, la aparente preocupación de los medios de comunicación por el erario público no se ve reflejada hoy en las portadas de los periódicos ante el caso Falciani. Tan sólo, y es justo reconocerlo, el Confidencial y la Sexta se han preocupado por estar presentes en el trabajo realizado por Le Monde y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación.
Hervé Falciani reveló una lista de clientes del Hong Kong Shangai Bank (HSBC) de Ginebra en la que figuran cerca de 4000 nombres de personas (sólo en España) que mantenían su patrimonio opaco en Suiza. Unos 2400 millones de euros (que se escribe pronto) no declarados al fisco español. Aparecen en la lista Fernando Alonso, Botín y cientos de nombres de la farándula, del mundo financiero, de deporte o de la empresa.


El silencio generalizado de la prensa española seria resulta vergonzoso. Esta actitud de pretender dejar pasar un tema espinoso mediante el silencio y la mirada hacia otra parte es ignominioso e indecente y un insulto hacia la tan denostada profesión de periodista. Me daría vergüenza tener que ocultar una noticia de alcance internacional sólo porque es posible que mis jefes banqueros dueños del periódico, puedan aparecer en una lista de defraudadores fiscales. Me da asco comprobar como hemos perdido la batalla de la información y como los poderes financieros han acabado por controlar un símbolo de la libertad de expresión como eran antaño los periódicos. Me da asco ver como escupís encima de la memoria de decenas de periodistas que durante el último siglo y medio se jugaban el pellejo por publicar una noticia. Vosotros, con vuestra complacencia y servilismo estáis matando el periodismo.

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