Nicolas Berggruen llevó a cabo la adquisición de PRISA a través de su grupo LIBERTY ACQUISITIONS HOLDING CORP, uno de los fondos de inversión de Wall Street donde grandes grupos como Citigroup, Credit Suisse, Deutsche Bank, Morgan Stanley o Soros Fund han invertido miles de millones de dólares. Éste último es propiedad de George Soros, el magnate de la especulación que en 1992 provocó la quiebra del Banco de Inglaterra. Sabido esto, es evidente que EL PAÍS no es más que una basura en manos de especuladores y como es obvio, su línea editorial será consecuente con los deseos de su amos. No es de extrañar que una vez que llegaron los ecos de la existencia de Podemos a Wall Street, el periódico de Cebrián se sumara a la carrera difamatoria contra la cúpula del partido.
Si cambiamos de acera mediática la cosa no mejora. La jugada que llevó fuera de EL MUNDO a su fundador Pedro J. Ramírez tiene mucho que ver con las líneas rojas que el periodista traspasó en las informaciones publicadas sobre el caso Bárcenas, que provocaron numerosas llamadas desde Moncloa al Grupo Unidad Editorial y a RCS Mediagroup.
Como dijo Antonio Gramsci hace más de ocho décadas: "El contenido de la prensa está influenciado por una idea: el servicio de la clase dominante, lo que inevitablemente se traduce en una cosa: luchar contra la clase trabajadora. De hecho, del primer al último renglón, el periódico burgués adopta y revela esta preocupación" y hoy día desgraciadamente, el periodista y filósofo italiano continúa teniendo la razón.
España es una democracia para todos hasta que te presentas con un partido no adscrito al régimen y tienes posibilidades de gobernar. En ese momento, el poder suelta a sus periodistas falderos para crear una campaña que difame y manche tu imagen. El resto tan sólo es confianza en la idiocia general. En este país, como dijo el presidente de Jazztel lo que se necesita "es un Gobierno formado por empresarios de éxito que gestionen lo público".
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