domingo, 15 de febrero de 2015

La decadencia de Occidente

Ramsay Macmullen es un profesor emérito de la Universidad de Yale y uno de los mayores exponentes de la historiografía romana contemporánea; es el autor de Corruption and the Decline of Rome, obra publicada en 1988 donde el doctor Macmullen desarrolla una minuciosa labor sociológica para explicar las causas políticas y sociales que llevaron a la Caída del Imperio Romano.
Macmullen considera que el desmesurado incremento burocrático del Bajo Imperio Romano llevó a una pérdida de poder del Emperador y por consiguiente, se creó un caldo de cultivo perfecto para que anidara la corrupción, los abusos de poder y el latrocinio en manos de todo un ejército de funcionarios civiles y militares.
Los dirigentes con talento cayeron en la desmotivación ante la evidente decadencia y se produjo una paulatina pérdida de emperadores en el Imperio Romano de Occidente. Es decir, Roma fue fagocitada por políticos profesionales y expulsó de su seno a los dirigentes que pretendían servir al Imperio.
Por otro lado, el profesor Macmullen expone cómo distintos grupos sociales llegaron a convertirse en enemigos internos del Imperio para ir destruyéndolo paulatinamente mediante la merma de los valores tradicionales de la Roma primigenia.


Resulta evidente el símil que puede establecerse con respecto a nuestra sociedad; la historia se repite continuamente y el hombre vuelve a caer en sus errores cegado por su soberbia y por su ambición.
Todos somos víctimas de la formidable burocratización que nos abruma con sus mil y una soplapolleces interminables y que acaban con cualquier silo de paciencia que uno guarde. Nadie entiende ese maldito BOE y sus quinientas mil páginas diarias. ¿Quién cojones escribe el BOE?
Esa masa burócrata por supuesto cae irremediablemente en la corrupción, por la miseria moral que la educación basura recibida ejerce en sus mentes. Esta situación desmotiva a aquellos que tienen cierta vocación de servicio público y hace que cojan el primer vuelo disponible a Londres. ¿Qué nos queda? Nos queda el producto estrella fabricado por el capitalismo déspota y despiadado: los pobres.
En Francia han creado un verdadero ejército con base en los suburbios de París y respaldados por una religión que les guía y les ofrece una salida. Son jóvenes de tercera o cuarta generación crecidos en Occidente y en principio educados en los valores helenísticos de la vieja Europa: falso.
Esos valores están tan pisoteados que ya nadie cree que nuestra sociedad se base en ellos; los mercados y la ambición sin límite han engendrado la idolatría por el dinero y el poder. Si no hay para todos, no habrá para nadie. Son los alanos, los suevos, los vándalos y los godos.
Europa no quiere ver su decadencia, pero la historia es implacable y cíclica. Ya lo hemos vivido y volvemos a vivirlo, por supuesto.

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