miércoles, 29 de junio de 2016

La estrategia de las elecciones

Mucha gente se ha sorprendido del resultado de las elecciones, incluido yo. Durante meses las encuestas de Metroscopia, GAD 3 y Sigma Dos han inundado los medios de comunicación propiciando el jugoso titular del sorpasso. Unidos Podemos subía como la espuma con una campaña de bajo perfil y con la mano tendida al PSOE, como quien pretende ayudar, con cierta condescendencia y superioridad, a un pobre desgraciado a tomar el buen camino y a salir de su error.

El PP, por su parte, se dedicaba al golpe duro contra Ciudadanos y a promover el temor al populismo: la famosa campaña del miedo; desprecio al PSOE, dureza con Ciudadanos y sobo a Podemos.

Pedro Arriola, el gurú social del PP y creador de la estrategia del miedo


Los adalides de la derecha, con la Razón y la COPE ejerciendo de punta de lanza, se dedicaban a potenciar la estrategia diseñada por Pedro Arriola, el gurú en la sombra del PP, y consejero de cabecera del Presidente Rajoy. Se sabe desde hace tiempo que Pedro Arriola siempre vio en el 15-M una oportunidad única para beneficiar al Partido Popular. Se trataba de dar alas a los líderes de la izquierda real de la calle para que dieran el salto a la política y dividir así el voto de la izquierda. 

Era la misma estrategia que en su día utilizó Miterrand con LePen y el Frente Nacional en Francia. Por tanto, hizo uso de su influencia con el dueño de Planeta y Atresmedia, José Manuel Lara, para provocar el ascenso a las nubes de Pablo Iglesias y Podemos en general. "Podemos por la mañana, Podemos por la tarde y Podemos por la noche" es la frase que se dice que uno de los consejeros delegados de Atresmedia soltó en una reunión. 

Este escenario lo completan medios como 13tv, la televisón de la iglesia, que dedicó todos sus recursos durante meses a provocar el pánico entre su versada audiencia para que acudieran en masa a votar en contra de los comunistas. Decirle a un abuelo en la cena, mientras se traga como puede la papilla, que los rojos van a venir a quemar la capilla de su pueblo y a enseñar las tetas en el altar, resulta bastante efectivo. Además, tengamos en cuenta que el voto rural cuenta, en algunos casos, hasta cuatro veces más que el voto urbano



Por tanto, se han sumado una serie de acontecimientos, la mayoría de ellos planificados y muchos aleatorios, que han provocado que la suma de Podemos e Izquierda Unida se quedara en los mismos escaños, pero -y aquí viene la jugada- con la sensación de que se han pegado un batacazo monumental. Incluso el día mismo de las elecciones, las famosas israelitas -encuestas a pie de urna de 200 o 300 personas- daban a Podemos 20 o 25 escaños por encima del PSOE. 
Insisto en que la cocina de las encuestas y la creación de unas expectativas muy infladas, han generado la sensación de que Podemos se ha desplomado electoralmente, cuando en realidad no es así. 

Hay que aplaudir a Pedro Arriola por su estrategia del miedo, que sin duda ha movilizado a una bolsa de votantes de corte rural, escaso nivel educativo y elevada edad. Este voto vale entre tres y cuatro veces más que el voto urbano, joven y universitario. La Ley Electoral influye de manera muy significativa en el aguante del bipartidismo. Tendría cierto sentido si los diputados votaran de forma independiente y motivados por el electorado de su provincia, pero no tiene ninguna lógica cuando aquí se vota en bloque según lo que diga el líder. 

He aquí la democracia y he aquí el porqué se ha vilipendiado el sistema educativo desde la Transición: para crear seres asustadizos y temerosos de Dios -del dios ponga aquí su dios-.

viernes, 24 de junio de 2016

El Brexit rompe Europa

Los británicos han decidido dar un portazo y largarse de Europa, como aquel grumete que huye asustado del barco cuando tiene una vía de agua y comienza a escorarse. La diferencia está clara; en este caso, el Reino Unido no es el grumete, sino el segundo de a bordo de una tripulación que ya rumoreaba acerca de la posibilidad de amotinarse. El fracaso de la Constitución Europea, la crisis económica o el ascenso fulgurante de los nacionalismos han propiciado que el proyecto con el que soñaba Churchill los Estados Unidos de Europa se haya ido al garete.  En su famoso discurso en la universidad de Zurich, en 1946, el dirigente británico decía: 

 "Tenemos que construir una especie de Estados Unidos de Europa, y sólo de esta manera cientos de millones de trabajadores serán capaces de recuperar las sencillas alegrías y esperanzas que hacen que la vida merezca la pena. El proceso es sencillo. Todo lo que se necesita es el propósito de cientos de millones de hombres y mujeres, de hacer el bien en lugar de hacer el mal y obtener como recompensa bendiciones en lugar de maldiciones"




El Brexit no sólo es preocupante por el tema económico, que desde luego lo es, o porque Gareth Bale se haya convertido en extracomunitario. Lo preocupante del Brexit son los motivos que sus partidarios se han dedicado a vitorear y las proclamas que han movilizado a millones de británicos para decidir salir de la maltrecha Unión Europea. El UKIP (partido de la independencia del Reino Unido) y su líder están deseosos por cerrar las fronteras por los mismos motivos que Marie LePen las quiere cerrar en Francia. Existe una xenofobia desenfrenada que ya no se centra sólo en los inmigrantes africanos o en los refugiados sirios. Su xenofobia se centra de manera particular en todos aquellos jóvenes europeos, incluidos los 200 000 españoles, que viven y trabajan en UK. No existe ninguna reflexión acerca de porqué UK precisa gente formada de otros países ni nada parecido. Todo se reduce a la vieja consigna de que los extranjeros nos roban el trabajo. Es algo tan simplón, estúpido y antiguo, que lo preocupante es que un país como UK haya sido movilizado por semejante cuadra de idiotas.



El desprecio hacia la Europa del sur, siempre presente entre los conservadores ingleses y alemanes, el odio y a la vez la envidia por nuestro estilo de vida y la sensación de que vivimos a costa de ellos, han sido jaleados en una especie de abducción generalizada y de embotamiento colectivo que de repente han llevado a un país serio a tomar una decisión absurda producto de las emociones y de los impulsos. El 75% de los jóvenes han votado Remain y, sin embargo, la población más envejecida prefiere entregarles un país aislado y con la puerta cerrada. Los jóvenes, que han viajado por Europa y han disfrutado del interrail y de la beca Erasmus, conocen los beneficios de una Europa sin fronteras internas y con libertad de movimiento. En cambio, los viejos conservadores, que no han salido de Bristol o de Cardiff, han tomado una decisión irreflexiva y que nos afecta a todos. 

Mucho me temo que, al igual que lo hicieron los nacionalismos del siglo XIX, esta oleada de nuevos ultranacionalistas y xenófobos se extenderá como lo hace el aceite sobre el papel por toda Europa, con gobiernos de extrema derecha en Austria, República Checa o incluso Francia.

Veremos en qué acaba la broma de Cameron. 


miércoles, 8 de junio de 2016

La tiranía de la belleza

Normalmente suelo escribir sobre actualidad política y social. Pero en este artículo quisiera acercarme a un tipo de micropolítica que incide mucho más en nuestras vidas que la pompa y el boato de la política convencional. Se trata de la tiranía de la belleza.

El feminismo actual, liderado por escritoras como Naomi Wolf denuncia las repercusiones sociales del llamado patriarcado y cómo inciden en el día a día de la gran mayoría de las mujeres. Generalizar nunca es justo, pero en ocasiones es útil para explicar ciertas anomalías. El bombardeo publicitario constante y contumaz a través de los medios audiovisuales ha generado una imagen alocada e inalcanzable del patrón de belleza de la mujer. El hecho de ser inalcanzable no es ninguna casualidad, puesto que se pretende que la mujer nunca esté conforme con su propia imagen, con el objetivo último de que la clienta vuelva a por más productos de belleza o incremente el abanico de los que ya utiliza. El patriarcado, como cima jerárquica de la dominación de la mujer, utiliza la industria cosmética como arma arrojadiza contra el género femenino, y una de sus premisas más evidentes es acabar con la autoestima de la mujer. Una mujer insegura y con baja autoestima, necesita la aprobación externa para sentirse guapa y bella, y por ello invierte gran parte de su energía en lograr ese objetivo. Día a día esta necesidad causa mella en la mujer, que llega a obsesionarse con su aspecto y a vincularlo con su felicidad. La siguiente transcripción pertenece a un foro de enfemenino.com en el que una chica comenta su caso:

«Tenia 15 años cuando empecé a maquillarme y a querer verme guapa. Admiraba ya a las modelos y los trajes que llevaban; no tenia dinero para llevar los modelitos que veía por las tiendas pero mi sueño era ser mayor y comprarme mucha ropa.

Años más tarde, mi sueño se cumplió, empecé a trabajar y pude comprarme todo lo que quise. Hasta ahí todo normal, pensareis.

La ropa, la peluquería, las esteticistas y las maquilladoras son mis aliadas cada mes.Salir siempre perfecta de mi casa, la obsesión de mirarme a un espejo, la preocupación por si el moño que llevo no está bien o si alguno de los pelos va mal, si se me ha ido la sombra o el pintalabios se ha corrido, mirando mi cuerpo, dejando de comer para tener la figura que quiero.

Lo que empezó como algo bonito, de ser una mujer femenina que se arregla, ha terminado por ser una tortura, coger un kilo de más es una obsesión y el no estar guapa me crea depresión...

Siempre dando esa imagen de guapa...luego me doy cuenta, miro a mis amigas y algunas son felices sin maquillar ni arreglar y sin tener encima esta carga que tengo...(que yo sola me he cargado); a las demás se lo he pegado todo, están obsesionadas con su cuerpo como yo...la ilusión de estar guapas y gastando casi todo el sueldo en ropa, etc... Siempre en tacones, aunque acabe con dolor de espalda y de pies al llegar a casa.

Si alguna forera le pasa, que cuente su caso..»



Hasta Scarlett Johansson fue linchada en los medios por su "celulitis"



No es más que uno de los cientos de casos que pueden encontrarse con facilidad en la red. El triunfo del culto a la juventud y al cuerpo perfecto es tan evidente que basta con observar con detalle los productos cosméticos que utiliza una mujer trabajadora cualquiera: el corrector, la máscara, el labial, el champú sin lavado, el champú normal, el acondicionador, las toallitas, el reductor, el sérum, la sombra y el corrector de ojos, el esmalte de uñas, las pinzas, la crema hidratante, el exfoliante, el bálsamo, el anti-edad, el rímel, el iluminador, el lápiz, las brochas, el rizador, la crema de manos, el fijador y el perfume. Faltan muchos más claro. 



A ojos del profano resulta abrumador, qué duda cabe. Pero es un gran indicador de cómo la industria de la cosmética y sus aliados en la explotación de la belleza han sido capaces de crear una absoluta necesidad y dependencia hacia sus gigantescos catálogos de productos. La presión ejercida sobre las mujeres para mantener su aspecto juvenil y negar con rotundidad el paso de los años, es un síntoma de negación de su propia trayectoria vital. Mientras que el patriarcado social alaba a los hombres maduros hablando de su etapa dorada y aplaudiendo sus bodas con jovencitas sonrientes, a las mujeres de la misma edad se las margina en los medios y en el cine y prácticamente se las obliga a rodearse de todo tipo de productos mágicos o a pasar por quirófano para quitarse unos años. Rita Freeman comenta en uno de sus libros que «a causa del culto a la juventud las mujeres no logran abrazar la posibilidad de sentirse poderosas en la segunda mitad de sus vidas». 

El patricarcado promueve la distancia entre las mujeres jóvenes y las maduras, que se temen unas a otras en cuanto a físico se refiere. De modo alguno interesa que se estrechen los lazos entre ambas generaciones por el peligro que supondría que el género femenino fuera unánime. 

La industria de los complejos y de la destrucción de la autoestima es tan poderosa que hasta las propias modelos o las actrices de moda pasan por el bisturí tecnológico de Photoshop para parecer así insuperables. Ropa, productos de belleza, gimnasios, dietistas... todo el mundo gana dinero a costa del sufrimiento silencioso de la mujer. 

A mí, en cambio, siempre me han gustado recién salidas de la ducha.