lunes, 23 de mayo de 2016

La Copa del Rey y las esteladas

Tras la resaca de la final de la Copa del Rey varios asuntos han quedado claros. Primero, que los políticos son expertos en crear problemas donde no los hay, como demostró la Delegada del Gobierno con la famosa prohibición de las esteladas. Menos mal que un juez sensato fue el encargado de revocar la estúpida medida y de paso dejar en evidencia a la señora Delegada. En la grada del Calderón se vieron ayer todo tipo banderas, incluyendo banderas españolas ondeadas por la afición culé. Total normalidad.

La estelada y la rojigualda durante la final de ayer
Segundo, que la medida de la Delegación del Gobierno desató de nuevo todo tipo de análisis, opiniones, polémicas y gritos de voceros cargados de odio y rencor. Ese odio latente entorno al tema catalán que emerge como un geisher cada vez que tiene ocasión, y que tiende hacia una quimera: la imposición del sentimiento mediante la fuerza. Todavía hoy una gran mayoría de españoles piensan que la forma más adecuada de solucionar el eterno debate de la unidad de España se resuelve mediante la fuerza o la justicia.

Nadie termina de aceptar que España no es Francia. Se apela a los franceses cantando la marseillaise en un estadio de fútbol o a las banderas estadounidenses ondeando al viento en todos los jardines yankis. Cada país tiene un trasfondo histórico que le ha llevado a donde está. España no tiene porqué ser como los demás. De hecho, no lo es. Si no reconocemos que esta península se ha forjado entorno a la relación histórica de varios pueblos independientes pero interrelacionados, nunca nos daremos un entorno de respeto y armonía para convivir. Varios hechos puntuales a lo largo de los últimos cinco siglos han conformado un Estado de naciones claramente diferenciadas y profundamente interrelacionadas con el resto.

Reino Unido es un estado unitario formado por cuatro naciones constitutivas: Inglaterra, Escocia, Galés e Irlanda del Norte, con un parlamento y tres administraciones descentralizadas que funcionan como un reloj suizo. Los ingleses se saben parte de UK y aceptan las diferencias históricas con los galeses, y desde luego no intentan imponerles su bandera. El verano pasado se realizó un referéndum en Escocia con una normalidad que aquí dejó boquiabiertos a los más estúpidos. No es más que un ejemplo para trasladar la diversidad de formas de gobierno que los países se dan en función de los pueblos que los conforman.

Aquí llevamos décadas intentando encajar un puzzle que no encaja y nos frustramos y nos cabreamos entre nosotros. Y resulta que el puzzle no encaja porque sobre la mesa tenemos piezas para conformar cuatro puzzles distintos y ponerlos en el mismo marco.

Los árboles a veces no dejan ver el bosque.


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