jueves, 26 de mayo de 2016

62 Personas poseen el 50% de la riqueza mundial

Según un informe de Oxfam publicado en enero de este año, 62 personas poseen la misma riqueza que el 50% de la población mundial, unos 3600 millones de personas.

¿Cómo se ha permitido este disparate? Sencillamente porque no es casualidad. Estas cifras son la constatación del triunfo de las clases dominantes sobre el resto de la población.

La concentración de la riqueza y del poder siempre ha sido el objeto de las élites sociales, pero no es hasta mediados del siglo XX cuando la desigualdad alcanza índices descomunales.

Acabada la II Guerra Mundial, se produce el retorno de millones de veteranos participantes en la contienda. Los gobiernos europeos se ven en la tesitura de tener que premiar de algún modo los enormes sacrificios asumidos por buena parte de la población. Se desarrolla el Estado de Bienestar en Occidente con medidas sociales encaminadas a la mejora de la clases trabajadoras.

En EEUU tras el desastre bursátil del 29, estas medidas ya venían introduciéndose. A la Seguridad Social y las reformas laborales se unió la subvención de la educación superior para aquellos soldados que habían combatido contra el Eje.



Fueron años de un extraordinario crecimiento económico basado en la producción y la manufactura. El aumento de los ingresos en la población permitió el aumento del consumo y el desarrollo generalizado Henry Ford subió el sueldo a sus empleados para que pudieran comprar sus coches. Además, en los 60 y 70 se lograron extraordinarios logros en derechos civiles de la mano de líderes como Martin Luther King o Malcolm X, y el auge de movimientos sociales pacifistas, ecologistas, feministas, etc.

El 85% de la economía estadounidense se basaba en la producción y el 15% restante en las finanzas. Unas finanzas reguladas y que movían el dinero sobrante en forma de créditos para vigorizar una economía sólida a la que sí podía llamarse capitalismo.



Este despertar social no pasó desapercibido por las clases dominantes, que tras tomar buena nota de la deriva que la sociedad americana estaba tomando, comenzaron a preparar el contragolpe abonando el terreno durante la crisis de los años 70. En 1980 es elegido Presidente de los EEUU de América Ronald Reagan, un enemigo beligerante y tenaz de las políticas keynesianas y del Estado, al que atribuye todos los males de la nación. Junto a Thatcher en Gran Bretaña elaboran un plan ambicioso y global que llega hasta nuestros días y que se basó en dos grandes ejes:

-Desregularización del sector financiero: esto permitió el aumento del porcentaje del PIB que suponían las finanzas y el auge de la economía de especulación. Las grandes empresas se dan cuenta que logran mayores beneficios moviendo grandes cantidades de dinero de un sitio a otro del planeta que con su propio producto; la banca de inversión sienta las bases para el dominio absoluto de la economía y las aseguradoras y las grandes corporaciones no tardan en subirse al carro.

-Deslocalización de la producción: la globalización permitió a las empresas establecer su producción en cualquier país del mundo, adoptando de inmediato la legislación nacional de cada territorio. Por tanto, los obreros comienzan a competir con obreros de otros países del mundo en los que la legislación permite la explotación de los mismos. Según Adam Smith "la libre circulación del trabajo es la base de todo sistema comercial libre" y sin embargo, desde los 80 hasta la actualidad, ni el trabajo ni los obreros circulan, pero si el capital. Este sistema teorizado por muchos economistas como Alan Greespan (Presidente de la Reserva Federal) se cimentó bajo la premisa de "aumentar la inseguridad del trabajador", lo que permitió la rápida extinción de la afiliación sindical (sólo un 7% de los americanos en empresas privadas están afiliados a un sindicato) y la expansión general de condiciones de trabajo precarias. Noam Chomsky habla del precariado como aquel proletariado que trabaja bajo condiciones de precariedad que le impiden abandonar la pobreza.



Todo este gigantesco plan global no sólo se reduce a la creación de estrategias económicas. También el aspecto emocional es importante. Las clases dominantes quieren despojar al resto de la población de valores como la solidaridad. La solidaridad y la compasión, valores que nos hacen humanos, representan un gran peligro para las élites. El Estado de Bienestar se basa en la solidaridad de la comunidad con aquellos de los nuestros que más lo necesitan. Por tanto, es algo a aniquilar porque no produce ningún beneficio.




Las joyas de la corona son la sanidad y la educación. Dos bolsas potenciales de negocio con enormes posibilidades para el enriquecimiento. Es evidente que existe una presión desmedida proveniente de las élites para liquidar estos dos sistemas y que pasen a manos privadas. La forma estándar para privatizar un sistema es recortar fondos. Si recortas fondos, el sistema dejará de funcionar y la gente se quejará. Entonces será el momento de ofertar la privatización con la premisa de que lo privado es más eficiente. Es decir, se crea un problema para después ofrecer su solución. La clave para aplicar una medida inaceptable es introducirla gradualmente, como hicieron con los salarios, las condiciones precarias, etc. Nuestros padres, con menos formación que nosotros, podían adquirir viviendas con trabajos de baja cualificación y además mantener a dos o tres hijos, algo casi imposible para una pareja joven de hoy día.

Por supuesto, los medios de comunicación son la piedra angular de todo el proyecto en su papel de principal herramienta de manipulación de masas. Desde los medios, las élites dominantes pueden promover la ignorancia y la mediocridad entre las mismas y así poder inculcarles el sentimiento de culpa sobre su propia desgracia. También es muy útil fomentar la envidia, el odio y la competencia desleal entre las clases trabajadoras, de forma que se peleen entre ellos por las migajas que las clases dominantes les lanzan para que puedan sobrevivir.



Este juego social tan macabro es posible gracias a la ingente cantidad de información que las élites tienen de las clases más bajas y que ellas mismas les proporcionan a través de las redes sociales. La Big Data es la herramienta más codiciada por las corporaciones para poder manejar a su antojo a los miles de millones de desgraciados que están atrapados en descomunales servidores de varias partes del planeta.


Voltaire dijo que "si los pobres empezaran a razonar, estaría todo perdido", pero me temo que Voltaire no conocía Internet.

lunes, 23 de mayo de 2016

La Copa del Rey y las esteladas

Tras la resaca de la final de la Copa del Rey varios asuntos han quedado claros. Primero, que los políticos son expertos en crear problemas donde no los hay, como demostró la Delegada del Gobierno con la famosa prohibición de las esteladas. Menos mal que un juez sensato fue el encargado de revocar la estúpida medida y de paso dejar en evidencia a la señora Delegada. En la grada del Calderón se vieron ayer todo tipo banderas, incluyendo banderas españolas ondeadas por la afición culé. Total normalidad.

La estelada y la rojigualda durante la final de ayer
Segundo, que la medida de la Delegación del Gobierno desató de nuevo todo tipo de análisis, opiniones, polémicas y gritos de voceros cargados de odio y rencor. Ese odio latente entorno al tema catalán que emerge como un geisher cada vez que tiene ocasión, y que tiende hacia una quimera: la imposición del sentimiento mediante la fuerza. Todavía hoy una gran mayoría de españoles piensan que la forma más adecuada de solucionar el eterno debate de la unidad de España se resuelve mediante la fuerza o la justicia.

Nadie termina de aceptar que España no es Francia. Se apela a los franceses cantando la marseillaise en un estadio de fútbol o a las banderas estadounidenses ondeando al viento en todos los jardines yankis. Cada país tiene un trasfondo histórico que le ha llevado a donde está. España no tiene porqué ser como los demás. De hecho, no lo es. Si no reconocemos que esta península se ha forjado entorno a la relación histórica de varios pueblos independientes pero interrelacionados, nunca nos daremos un entorno de respeto y armonía para convivir. Varios hechos puntuales a lo largo de los últimos cinco siglos han conformado un Estado de naciones claramente diferenciadas y profundamente interrelacionadas con el resto.

Reino Unido es un estado unitario formado por cuatro naciones constitutivas: Inglaterra, Escocia, Galés e Irlanda del Norte, con un parlamento y tres administraciones descentralizadas que funcionan como un reloj suizo. Los ingleses se saben parte de UK y aceptan las diferencias históricas con los galeses, y desde luego no intentan imponerles su bandera. El verano pasado se realizó un referéndum en Escocia con una normalidad que aquí dejó boquiabiertos a los más estúpidos. No es más que un ejemplo para trasladar la diversidad de formas de gobierno que los países se dan en función de los pueblos que los conforman.

Aquí llevamos décadas intentando encajar un puzzle que no encaja y nos frustramos y nos cabreamos entre nosotros. Y resulta que el puzzle no encaja porque sobre la mesa tenemos piezas para conformar cuatro puzzles distintos y ponerlos en el mismo marco.

Los árboles a veces no dejan ver el bosque.


viernes, 6 de mayo de 2016

Rajoy I El Estratega

El próximo 26 de Junio volveremos a tener elecciones generales tras el estrepitoso fracaso de los últimos meses. Ningún partido ha sido capaz de poner encima de la mesa cesiones y sacrificios en pro del necesario acuerdo que aventuraban los resultados de diciembre. El pacto PSOE-Ciudadanos era tan limitado en número de escaños que no pasó de mera declaración de intenciones, aunque nos sirvió para echarnos unas risas en la fallida investidura. Podemos, por su parte, tampoco quiso bajarse del burro en sus exigencias regionales al estar atado de pies y manos por sus propias confluencias. Y qué decir del PP, marginado estrella del Parlamento y espectador de lujo del show rival.
A pesar de todo y de cara a la segunda vuelta que estos idiotas nos han obligado a sufragar, no se observa cambio alguno en sus actitudes. Ni siquiera han llegado a un acuerdo para disminuir el gasto electoral de la campaña: unos diez millones de euros sólo en papeletas y demás basura. Todos se llenan la boca ante los medios sobre la necesidad de abaratar costes, y por supuesto, a la hora de votar todos se niegan a renunciar a la cuota que les corresponde por ley.




A nadie se le ha ocurrido proponer una serie de debates televisivos donde los candidatos expongan su idea para España y la contrasten con los adversarios. De hecho, el Presidente Rajoy ya ha advertido que no piensa acudir a ningún debate electoral porque no ve la necesidad de ello y porque los debates hay que prepararlos; entiendo que es demasiado trabajo para estar en funciones.
El sentido común nos dice que sería la fórmula más eficaz y más barata para hacer llegar a los ciudadanos las propuestas de cada partido, que al fin y al cabo es de lo que se trata. En vez de eso, parece ser que los partidos prefieren inundar los buzones con basura que nadie lee y con carteles en los que nadie se fija, amén del trasiego de dinero que piensan manejar.
Si las encuestas no mienten, todo apunta a un resultado muy similar al de diciembre, y por tanto, a un nuevo bloqueo institucional, y más, observando el nivel de desprecio mutuo que los partidos más afines tienen entre sí. En el último acto de celebración del Dos de Mayo en Madrid, Rajoy y Rivera estuvieron a menos de dos metros uno del otro durante más de tres horas y ni siquiera se saludaron. Aun así, el magnánimo Mariano y sus gurús electorales cuentan como propios los votos de Ciudadanos, y hablan con toda tranquilidad de un posible Gobierno Rajoy-Rivera, a pesar de la evidencia palpable de la nula afinidad de sus líderes. Es más, toda la prensa hace sus cábalas entorno a esa posibilidad. Rajoy, al que antes de las elecciones de diciembre se daba por muerto, no sólo ha conseguido salvarse de la quema parlamentaria esquivando la investidura, sino que ha dejado que Sánchez se consuma en su propia incapacidad para aglutinar a Ciudadanos y a Podemos entorno a su figura, fracasando en todos sus intentos por ser Presidente. Además, las encuestas vuelven a situar como primera fuerza al PP, y es más que posible que repita cargo. No olvidemos que es gallego y que sabe encajar hostias, condiciones que parecen elevarle por encima de cualquier adversidad, incluso cuando estuvo en la rampa de salida tras perder las elecciones en la segunda legislatura de Zapatero. Con cetro de caudillo y una guardia pretoriana que le mantiene en una cúpula alejado de la realidad, Rajoy sigue vivo caiga quien caiga.


En cuanto al pacto Podemos-IU, sólo cabe preguntarse el porqué Iglesias renuncia ahora a la supuesta transversalidad de su partido al aliarse con un socio comunista que no teme alzar el puño izquierdo en público. Es una apuesta arriesgada que parece encubrir el temor de una pérdida de votos del sector de Podemos más alejado de las confluencias. Es decir, aquella gente que creyó en la idea de Podemos como un conjunto de ciudadanos hartos de la perversión del sistema, pero con esperanzas de un cambio. Esa gente ha sido testigo de cómo Iglesias ponía como condición primera para negociar, la inclusión del referéndum catalán antes que el paquete de medidas sociales urgentes que este país necesita. Y esa gente es mayoría en Podemos; en cambio, Pablo Iglesias ha mostrado una imagen de títere a merced de Xavi Domenech, Compromís, los independentistas gallegos, etc...

Las urnas proveerán...