El nuevo lío que se ha montado en torno al Ayuntamiento de Madrid por el tema de los titiriteros no es más que la bomba de humo disuasoria que los medios de desinformación y la derecha mediática han utilizado para desviar —una vez más— la atención de la masa social. Nadie ha hecho el menor caso al comunicado donde los componentes de Títeres desde Abajo explican el contexto de la obra y el porqué del famoso cartel de Gora Alka-ETA. Es evidente que la obra no era apta para menores y por tanto se trata de un error grave de programación; los dos organizadores ya han sido destituidos. Además, esta modesta compañía ya había sido contratada anteriormente en la etapa de Ana Botella.
Pero el tema parecía demasiado jugoso como dejarlo pasar con un par de despidos. No, era la ocasión perfecta para activar el rodillo mediático. Por un lado, tenemos el propio término titiritero, utilizado durante años por Jiménez Losantos y sus secuaces para referirse despectivamente al colectivo del cine y de los artistas en general.
Por otro lado está el cartel de Gora Alka-ETA. Ninguno de los tertulianos que aparecen cada noche en 13tv cacareando y rasgándose las vestiduras, se ha molestado en conocer el contexto de la representación teatral. Tan sólo han visto la palabra ETA y han gritado al cielo "enaltecimiento del terrorismo", para acto seguido vincular a Carmena y hasta a Pablo Iglesias con la banda terrorista. Todo un puré de tergiversaciones, desinformación, odio y estupidez cocinado y servido a la hora de la cena.
Si además añadimos monjas, banqueros y jueces, los Alfonso Rojo, Carlos Cuesta, Jiménez Losantos, Bieito Rubido y demás patulea se han servido de abundante material para construir una historia alarmista e impactante que sirva a sus intereses; esto es, eliminar cualquier opción de que Podemos llegue a un acuerdo con el PSOE. Es más, el propio Jiménez Losantos cada día abomina del partido de Iglesias considerando que debiera ser objeto de la Ley de Partidos para su prohibición. No tolera su mera existencia ni en el poder ni en la oposición. Y esa postura no es propiedad exclusiva del Presidente de Libertad Digital, sino que es compartida por la gran mayoría de la derecha mediática y política.
La última cuestión es obvia: la derecha necesitaba con extrema urgencia carnaza mediática para que la ciudadanía olvidara con premura la trama de corrupción de Valencia y sus múltiples tentáculos delictivos. Por eso han agarrado con tanta pasión el tema de los títeres colocando la porquería —como haría Leo Bassi— delante del ventilador mediático y dejando que se esparza a los cuatro vientos.
Así es como se hace política en el siglo de las comunicaciones.
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