lunes, 22 de febrero de 2016

Mi experiencia como sindicalista

Hasta hace unos meses nunca había pertenecido a un sindicato. La verdad es que los odiaba porque me parecían entes corruptos alimentados por el Estado y sirvientes de sus propios intereses. También odiaba a los liberados que veía pasearse por mi empresa. A veces se acercaban a mi puesto de trabajo con una carpeta en una mano y un capuccino en la otra. Solían calentarme la cabeza con información acerca de nuevas directrices legislativas o sobre publicaciones del BOE y bla bla. Otras veces tan sólo pasaban para preguntar o para coger un par de sobrecillos de azúcar.



El caso es que hace unos meses me propusieron formar parte de uno para ayudar temporalmente en la negociación del próximo convenio de la empresa. Las dos personas que me lo propusieron son dos profesionales magníficos que yo conocía anteriormente por haber coincido en otro servicio. Me sorprendió que estuvieran en el sindicato porque no respondían al perfil que yo tenía estereotipado en mi mente ─cincuentón con barriga y aspecto desaliñado─ , así que decidí aceptar. En principio serían tres meses de liberación con un horario de mañanas con cierta flexibilidad para realizar trabajo sindical. En seguida pensé que se referían a que entraría y saldría cuando me saliera de los huevos. 

Todos los sindicatos estaban situados en un mismo pasillo de la empresa, cada uno con su propio despacho. Conocí a los delegados sindicales de UGT, CCOO, C-SIF y USAE. Todos muy simpáticos. Parecían bastante unidos y con objetivos definidos y únicos. La verdad es que te sentías arropado por todos los miembros, daba igual de que sindicato se tratara; éramos el "Comité". 

Tuvimos varias reuniones con la empresa para negociar capítulo a capítulo todo el nuevo convenio. Lo cierto es que no logramos grandes avances, tan sólo pequeñas concesiones de ámbito muy concreto. Cansados ya de tanta pamplina, decidimos levantarnos de la mesa de negociación por la paupérrima propuesta de la empresa; parecíamos un ente poderoso y unido. Incluso teníamos línea directa con un periodista que comenzó a publicar con cierta frecuencia las denuncias y las movilizaciones que realizábamos, cosa que sacaba de quicio a los jefazos.




Al mes de estar liberado, me entero de que un delegado se ha reunido con un miembro de Podemos para comenzar a idear una plataforma de todos los comités de empresas similares a la nuestra. Aquello prosperó y en menos de dos semanas me vi envuelto en una reunión con decenas y decenas de delegados sindicales de varias empresas. Yo, que hasta hacía tres meses despreciaba todo lo relacionado con los sindicatos. De allí salieron muchas ideas, pero la idea estrella era la reversión de nuestra empresa para que volviera a ser pública. Aquella reivindicación, que en realidad era más propia de partidos políticos que de sindicatos, nos dividió de tal manera, que el "Duelo a garrotazos" de Goya se quedaba corto a nuestro lado. Una parte de los delegados quería ir a muerte a por la empresa e intentar que el Gobierno la revertiese para devolverla al erario público. Los demás, queríamos seguir luchando por las condiciones de los trabajadores, pero sin entrar en política.

Tras publicarse un par de artículos en prensa muy duros contra la empresa, ésta decidió defenderse con todo su poder. Comenzó a pasar trabajador a trabajador una hoja de firmas para intentar echarnos y provocar nuevas elecciones. Aquello caló entre los trabajadores ─por el evidente temor que provoca tu jefe con una hoja en mano pidiéndote que firmesy la hostilidad hacia nosotros creció exponencialmente. Los trabajadores no querían ni oír hablar de la expropiación, y nos despreciaban por haber provocado semejante revuelo. A ellos tampoco les había hecho gracia las publicaciones en prensa. 



En ese instante quise abandonar y volver a mi puesto de trabajo. Uno se siente una mierda cuando la gente mete en el mismo saco a todo el mundo independientemente de si tú estabas de acuerdo con la reversión o no. Eres delegado sindical pues "jódete y cállate". "No nos representáis" "Os estáis pasando" "¿Qué coño estáis haciendo" "¿Quién coño sois vosotros" y mi favorita "Sois una panda de desgraciados. Espero que mi trabajo no me lo toquen". 




La gente no parecía demasiado entusiasmada con nuestra labor. En mi sindicato lo hablamos muy seriamente y decidimos desmarcarnos oficialmente de la línea dura del Comité e intentar publicitar nuestra postura más moderada y basada en la lucha por las condiciones laborales y la situación de los trabajadores. ¡Atiza! Aquello fue la gota que colmó el vaso para las secciones más radicales. Nos llamaron de todo: "Traidores" "Estáis con la empresa""Sólo actuáis por miedo" "Putos topos" y mi amenaza favorita: "Sólo te digo una cosa: tiempo al tiempo. Todo se verá". Nunca supe qué significaba, pero el chaval de UGT que me la dijo parecía muy cabreado.

Jamás me he llevado más palos de todas las direcciones en mi vida. Hoy día, según al tipo al que preguntes en mi empresa, o soy un anarcosindicalista del PCUS de Brezhev o soy un latifundista esclavista de Alabama.

A la mierda.




viernes, 12 de febrero de 2016

El legado del Partido Popular

La derecha española vive sus horas más bajas desde el 78. En plena negociación para investir Presidente al hasta ahora líder de la Oposición, el Partido Popular se está viendo bombardeado por las investigaciones judiciales y las acciones policíacas de gran calado mediático.

Los años dorados del hipercrecimiento económico basado en la construcción desmedida y en la economía especulativa generaron enormes dosis de codicia personal y manos largas. Todos querían su porción de la tarta y el rodillo del clientelismo engrasó su maquinaria.  El capitán de aquel buque fue el PP madrileño y sus tentáculos valencianos. Fue la época del poder cumbre de Esperanza Aguirre y sus secuaces. Los liberales presumían de su gestión y de los números que generaban. Por supuesto, entre bambalinas el sistema funcionaba mediante mordidas que el cliente donaba a la organización para que ésta le cuidara debidamente. Es decir, el cliente era agasajado con concesiones, permisos, recalificaciones y facilidades burocráticas de todo tipo. La mordida era la moneda de cambio indispensable en los años dos mil para entrar en el juego del ladrillo.



Aquel terreno pantanoso cubierto por una delgada capa de legalidad ficticia fue el germen de todas las tramas que hoy conocemos. Esperanza Aguirre, situada en aquel momento en el centro del huracán, parece que no se dio cuenta de nada y dice que "no me consta que hubiera financiación ilegal en el PP de Madrid". Todo aclarado entonces.

Esta es la gente que inició el proceso de privatización de la Sanidad en Madrid y en Valencia. Son los que entregaron las joyas de la corona al sector privado. Los mismos que dieron concesiones a empresas extranjeras como Centene Corporation para el manejo de los Hospitales de Alicante y para el manejo de los suministros que cada centro necesita.

Todas las acciones que emprendieron los que ahora van camino del calabozo debieran ser revertidas por estar manchadas por sucios intereses. Su legado, propio de una ciudad ficticia como Gotham, ha de ser derribado y extinguido si el Estado quiere reparar el daño causado.

Esperemos no necesitar a un Bruce Wayne.

lunes, 8 de febrero de 2016

Los Títeres Sois Vosotros

El nuevo lío que se ha montado en torno al Ayuntamiento de Madrid por el tema de los titiriteros no es más que la bomba de humo disuasoria que los medios de desinformación y la derecha mediática han utilizado para desviar —una vez más— la atención de la masa social. Nadie ha hecho el menor caso al comunicado donde los componentes de Títeres desde Abajo explican el contexto de la obra y el porqué del famoso cartel de Gora Alka-ETA.  Es evidente que la obra no era apta para menores y por tanto se trata de un error grave de programación; los dos organizadores ya han sido destituidos. Además, esta modesta compañía ya había sido contratada anteriormente en la etapa de Ana Botella.

Pero el tema parecía demasiado jugoso como dejarlo pasar con un par de despidos. No, era la ocasión perfecta para activar el rodillo mediático. Por un lado, tenemos el propio término titiritero, utilizado durante años por Jiménez Losantos y sus secuaces para referirse despectivamente al colectivo del cine y de los artistas en general.



Por otro lado está el cartel de Gora Alka-ETA. Ninguno de los tertulianos que aparecen cada noche en 13tv cacareando y rasgándose las vestiduras, se ha molestado en conocer el contexto de la representación teatral. Tan sólo han visto la palabra ETA y han gritado al cielo "enaltecimiento del terrorismo", para acto seguido vincular a Carmena y hasta a Pablo Iglesias con la banda terrorista. Todo un puré de tergiversaciones, desinformación, odio y estupidez cocinado y servido a la hora de la cena.

Si además añadimos monjas, banqueros y jueces, los Alfonso Rojo, Carlos Cuesta, Jiménez Losantos, Bieito Rubido y demás patulea se han servido de abundante material para construir una historia alarmista e impactante que sirva a sus intereses; esto es, eliminar cualquier opción de que Podemos llegue a un acuerdo con el PSOE. Es más, el propio Jiménez Losantos cada día abomina del partido de Iglesias considerando que debiera ser objeto de la Ley de Partidos para su prohibición. No tolera su mera existencia ni en el poder ni en la oposición. Y esa postura no es propiedad exclusiva del Presidente de Libertad Digital, sino que es compartida por la gran mayoría de la derecha mediática y política.



La última cuestión es obvia: la derecha necesitaba con extrema urgencia carnaza mediática para que la ciudadanía olvidara con premura la trama de corrupción de Valencia y sus múltiples tentáculos delictivos. Por eso han agarrado con tanta pasión el tema de los títeres colocando la porquería —como haría Leo Bassi— delante del ventilador mediático y dejando que se esparza a los cuatro vientos.

Así es como se hace política en el siglo de las comunicaciones.