miércoles, 21 de agosto de 2019

El Open Arms y el negocio del transporte ilegal de personas

Las ONG's que trabajan en el Mediterráneo no patrullan el mar hasta encontrar pateras ni realizan rescates aleatorios de inmigrantes. La manera de proceder es navegar las costas de Libia, principalmente, esperando que un remolcador avise tras dejar una embarcación con los inmigrantes en alta mar. Cada uno de los inmigrantes paga una media de unos 5000 euros por una plaza en la patera y un remolcador que los transporte y avise al barco de la ONG. 

El barco de la ONG acude al punto de encuentro, recoge a los inmigrantes y pone rumbo a Europa. No se plantea dejarlos en el puerto seguro más cercano porque no se trata de un rescate marítimo, se trata de una transacción. No quiere decir que los inmigrantes paguen a la ONG; los inmigrantes pagan al tratante que organiza el viaje y la ONG recibe atención atención mediática, relevancia internacional y por tanto, subvenciones y donaciones para asegurar su sostenibilidad. 

Tras iniciar la recogida de los  inmigrantes, los trabajadores les procuran cuidados durante la travesía y el dueño de la embarcación, inicia las gestiones necesarias para su desembarco en Europa. Aquí entra en juego la maquinaría mediática, necesaria a todas luces para seguir en el juego. Si el foco de los mass media se coloca sobre su barco, la ONG logra un plus de poder frente a la resistencia del gobierno europeo de turno. Comienza la batalla por los minutos en prensa y por el posicionamiento en Twitter e Instagram. Cuanto más tráfico se genere, mayor será la probabilidad de doblegar al país de acogida. Lograr subir a bordo a una estrella del cine o a  un jugador de la NBA, sin duda aportará relevancia. El objetivo es viralizar el caso hasta que todo el mundo hable de él. 

El dueño de la ONG sabe perfectamente que el objetivo del desembarco en Europa le proporcionará prestigio humanitario frente a Occidente y fiabilidad frente al tratante, que continuará eligiendo sus servicios para llevar inmigrantes hasta las costas europeas. 

Si el gobierno decide ceder y acepta a los inmigrantes tras dos o tres semanas, la ONG habrá logrado su cometido y podrá volver al mar. Occidente habrá pasado quince o veinte días discutiendo sobre un centenar de inmigrantes e ignorando que en Julio de 2019, solo a través de Algeciras, llegaron más de 1900 personas a las costas españolas de manera ilegal. 

Todos los actores de esta situación reciben su parte: los mass media obtienen una buena historia y gran cantidad de tráfico narrando el relato del día a día del barco. La ONG recibe notoriedad internacional, lo que le proporciona ingresos provenientes de las donaciones. El tratante recibe el dinero de los inmigrantes y se gana una imagen de fiabilidad y capacidad para llevar con éxito gente a Europa de manera ilegal. 

Estas serían algunas de las consideraciones generales pero en el caso del Open Arms, habría que subrayar las consideraciones particulares. Mientras el barco se encontraba en aguas italianas, recibió el ofrecimiento del gobierno español para su desembarco en el puerto de Algeciras. Óscar Camps, el dueño de la ONG rechazó la propuesta alegando que los inmigrantes no estaban en condiciones de asumir cinco días más de viaje. Sin embargo, tampoco consideró la posibilidad de acudir a Túnez por ser un destino donde los derechos de los inmigrantes podrían ser violados. La ONG también rechazó Mallorca y Mahón en los últimos días. Si os preguntáis por qué, la respuesta puede estar en que el Open Arms tiene una multa pendiente de 900k euros en cuanto pise puerto español y una posible inmovilización, como ya le ocurrió en Barcelona durante más de 100 días, según Capitanía Marítima por "negarse a desembarcar inmigrantes en el puerto seguro más cercano". Éste es el negocio Óscar Camps, que también ha colocado a su empresa de socorrismo en un buen puñado de playas españolas, ganado concursos mediante abaratamiento de costes, jornadas maratonianas de los trabajadores, etc... 

Ésta es la realidad que los medios no cuentan, la que resulta tabú porque podría distorsionar el relato que han articulado y la que resulta políticamente incorrecta. Por eso nadie quiere oírla, porque resulta incómoda y no encaja con la corriente altruista que nos dicta el relato oficial. La gente no quiere oír nada de mafias ni tráfico de personas y mucho menos de trapos sucios o intereses económicos por parte de las ONG's. Quieren una historia de héroes que se dedican a salvar vidas por convencimiento filantrópico frente a la burocracia capitalista europea que gira la cabeza y cierra sus puertas a gente indefensa. 

No hay nada que hacer, creedme.

viernes, 12 de abril de 2019

Indepes y españoles

Hoy he visto un vídeo de Cayetana Álvarez de Toledo intentando acceder a la Universidad Autónoma de Barcelona mientras un grupo de estudiantes la increpaba. Uno de los colaboradores de la candidata del PP se ha girado hacia la muchedumbre y le ha dedicado un saludo nazi y unos cuantos cortes de mangas. Así están las cosas en Cataluña, cada día más polarizada entre los independentistas y los que se hacen llamar constitucionalistas —como si la apología del nazismo fuera constitucional—. No sé si Álvarez de Toledo comparte la misma línea de pensamiento moderado que su amigo el del saludo nazi, pero, en todo caso, tiene muy poco de criterio a la hora de rodearse de gente válida.



El incidente de la UAB sólo es una fotografía más de dos bandos que están en guerra en el escenario, mientras el público, que no deja de ser una abrumadora mayoría, observa impávido la escena desde sus butacas. Si la escalada de odio prosigue, el primer muerto no tardará en llegar y ése será el punto de no retorno. Muchos desean llegar a ese punto pero sólo algunos locos están dispuestos a dar ese paso. Cuando observo las manifestaciones independentistas, veo cantidades ingentes de jóvenes de primero de facultad que aún están en la edad de la "revolución, los medios de producción para el pueblo" y demás fanfarria que queda muy bien pregonar cuando vives los años universitarios pero que queda en nada cuando empiezas a vivir de forma independiente. Estos chicos son independentistas porque se ha relacionado de algún modo el independentismo con la izquierda, cuando los principales impulsores del nacionalismo catalán siempre han sido miembros de la burguesía catalana, los mismos que sacaban bajo palio a Franco por temor a perder la fabriqueta. Sin embargo, existe una especie de tregua entre esta masa aparentemente comunista y los pijos catalanes de Gracia, hijos y nietos de ricos y padres y abuelos de ricos. Sería curioso hacer política ficción e imaginar una República Catalana con un sistema comunista al estilo venezolano y los agentes de la República, que serían de ERC y de la CUP, paseando por los polígonos industriales para ceder todos los medios de producción a los charnegos que trabajan en ellos. Es decir, se lo quitarían a los catalanes de ocho apellidos para dárselo a los hijos de españolazos que vinieron de Extremadura y Andalucía. Dios mío, sólo por eso ya merecería la pena la independencia.

Por otro lado está la batalla de la imagen. Aquí los constitucionalistas lo tienen muy mal, no nos engañemos. La bandera española no es un símbolo demasiado cool y lleva muchos años cotizando a la baja. Por no hablar de los que ocultan su verdadera ideología, como el amigo de Cayetana, que no hacen más que perpetuar esta imagen de lo español como algo de fachas. Lo cierto es que es muy sencillo encontrar a verdaderos subnormales con fotos de la bandera española y el águila de San Juan o directamente con una esvástica en medio, por qué no.

Los indepes cuentan con la parte comunista, que siempre es un plus. De hecho, la estelada no es más que una reproducción de la bandera cubana con los colores de senyera. Pero, por contra, también cuentan con toda esta ristra de pijos insufribles que no pueden esconder su condición porque han sido educados en un ambiente de superioridad moral de tal calibre que les resulta imposible comportarse de otro modo. Esos trajes de 3000 euros, esas gafas de pasta roja de Armani, esos relojes de oro... son demasiados elementos distintivos a los que no se puede renunciar. Menos mal que el Buli cerró, porque en su día estos tíos no salían de allí.

En fin, no defiendo ni a unos ni a otros, todos me parecen la misma mierda.