jueves, 22 de diciembre de 2016

La Magia de Nintendo

En marzo del próximo año, la compañía nipona Nintendo lanzará al mercado su nuevo sistema Nintendo Switch, un híbrido entre consola de sobremesa y consola portátil, que reemplazará a las actuales Wii U y Nintendo 3DS. Antes del esperado lanzamiento, la compañía sacó este otoño una réplica de la famosa NES en miniatura por menos de 70 euros, la bautizada como NES Mini. La jugada de Nintendo, apelando a los recuerdos de los treintañeros, ha sido magistral y un rotundo éxito. Esta pequeña consola, que funciona por conexión HDMI y que cabe en una mano, contiene 30 juegos preinstalados y es, a día de hoy, imposible de conseguir en tiendas. Agotada desde el primer día, se puede encontrar en WallaPop por más de 150 euros de segunda mano. La especulación se ha cebado con el mundo de los videojuegos y mucha gente ha visto la manera de hacer negocio acumulando productos de baja tirada.

NES Mini


Todos los que ahora tenemos treinta y pocos, disfrutamos cuando eramos niños de la NES original y crecimos con muchos de sus juegos, como los míticos Super Mario Bros 3, The Legend of Zelda o Final Fantasy. La empresa nipona es la decana de la industria y sabe explotar a la perfección la nostalgia que provoca en su público. Es una compañía experta en la innovación y en poner en el mercado productos originales o que causen gran impacto en la gente, como en su día hizo la Nintendo Wii, vendiendo más de 100 millones de consolas en todo el mundo y siendo capaz de poner un mando en las manos de gente que jamás había tocado una videoconsola.



La estrategia de lanzar una revisión del sistema estrella de finales de los 80 con 30 de sus mejores juegos y además por un precio reducido, es una genialidad sólo al alcance de los mejores creativos de la industria. Ni siquiera la gran Sony -con su arrolladora Play Station 4- o Microsoft -con su Xbox One-, son capaces de alcanzar el hype que Nintendo provoca entre sus seguidores cada vez que anuncia un producto. La infancia fijó en nuestros recuerdos a Mario, a Link o a Samus, con los que vivimos grandes aventuras disfrutando de momentos memorables. Nintendo lo sabe y por eso ha seguido trabajando durante más de treinta años en el desarrollo de sagas como The Legend of Zelda. Donkey Kong, Mario, Kirby, Star Fox o el maravilloso Metroid.

Sin ser la compañía que ofrece las consolas más poderosas gráficamente, Nintendo ha logrado sobrevivir todos estos años en una industria implacable y capaz de arrasar con grandes empresas como en su día lo fue SEGA, reducida ahora a un estudio independiente que desarrolla juegos para la propia Nintendo. La lucha feroz que mantienen generación tras generación Sony y Microsoft, queda lejos de las aspiraciones de Nintendo que, sin embargo, lidera el mercado de las portátiles con su Nintendo 3DS, una consola con un catálogo extensísimo y de enorme de calidad. La Vita de Sony ni siquiera pudo acercarse a las ventas de la 3DS.

Nintendo Switch


En unos meses se lanzará la esperada Nintendo Switch, con la que Miyamoto vuelve a apostar por la innovación y por ofrecer nuevas formas de ocio al consumidor. A pesar de haber fracasado con la Wii U y su mando-tablet, Nintendo no desfallece y vuelve a alejarse del modelo clásico de videoconsola de sobremesa para apostar por un sistema que, aparentemente, nos permitirá jugar tanto en casa como fuera a juegos hasta ahora impensables para una portátil. Además, incluye la opción de desmontar con rapidez la consola para convertir su pad en dos mini controles con los que jugar con otra persona. Una apuesta en apariencia arriesgada pero que, sin duda, ha generado mucho hype entre la comunidad.

Veremos que le depara el futuro a nuestro fontanero bigotudo favorito y al resto de los héroes de Nintendo. 

jueves, 15 de diciembre de 2016

El Club de los 27

El microcosmos de las estrellas del rock está plagado de anécdotas, de historias y de leyendas sobre sus protagonistas. Todos ellos fueron personas normales con sus miedos, sus miserias y sus inseguridades antes de alcanzar la fama... y también después. El salto al estrellato no salvaguarda de la condición humana ni de sus mecanismos psicológicos; en todo caso, los acentúa.

Hace algunos años una persona muy especial me regaló el libro Diarios de Kurt Cobain, una obra en la que se recogen cientos de páginas escritas a mano por el líder de Nirvana y que datan desde 1989 hasta 1994, año de su muerte. En el libro se puede observar con claridad los temores que atormentaban al guitarrista y cantante, relacionados con la repercusión que el grupo alcanzó en los noventa y la presión a la que se vio sometido a la hora de crear música, sobre todo desde el lanzamiento de Nevermind en 1991, disco que cambió la música rock para siempre. Nirvana no sólo fue un grupo de música, sino el embajador de una nueva corriente cultural llamada grunge, que arrasó entre los jóvenes de medio mundo hartos de las mallas chillonas y las chupas con flecos de los ochenta. La pompa y el boato de los grupos glam dejaron paso a la apatía y el nihilismo de grupos como Pearl Jam, Alice in Chains o Mudhoney; bandas que surgieron dentro y fuera de Seattle y que se convirtieron en todo un fenómeno viral en la época en que Internet era sólo una ilusión.




Kurt Cobain no encajó bien todo el tsunami mediático que le envolvió en apenas un año, tras la emisión mundial en Mtv del archiconocido single Smells Like Teen Spirit. El líder de Nirvana pronto conoció la heroína como remedio aparente a sus problemas, dejándose arrastrar al más oscuro de los abismos. El alcohol y las drogas le trajeron nuevos problemas que se sumaron a los ya existentes. La visión idealizada de la estrella del rock se quiebra a cada página que uno lee de la mano de Cobain. No era un tipo feliz. La dolencia crónica -probablemente enfermedad de Crohn- que padecía le provocaba fuertes dolores que sólo aliviaba chutándose más heroína. Se sentía un desgraciado y sólo el nacimiento de su hija Frances pudo aliviar su sufrimiento. Aún así, el 5 de Abril de 1994, Kurt Donald Cobain se suicidó a los 27 años de edad mediante un disparo en la cabeza. Dejó una nota escrita, la última página de su diario.



De esta manera, Kurt Cobain se sumaba al Club de los 27, un oscuro grupo de estrellas del rock muertas a esa edad y en circunstancias siempre trágicas. Uno de sus ilustres miembros es Jimi Hendrix, idolatrado por el líder de Nirvana por ser el mejor guitarrista de la historia. Un genio que vivió la época hippie y de la psicodelia dando un golpe encima de la mesa con su estilo inigualable y su virtuosidad con la guitarra. Una mala mezcla entre somníferos y alcohol acabó con su vida y con su talento. También Jim Morrison y Janis Joplin murieron a los 27 por sendas sobredosis de heroína, aunque la muerte del cantante de The Doors aún causa controversia.

Una lista demasiado larga que a lo largo de las últimas décadas no ha dejado de crecer. Todos talentosos, todos brillantes, todos idolatrados, todos ricos y... todos humanos. La mayoría de los miembros del Club de los 27 se embarcaron en una vida en apariencia cómoda y envidiable pero que, en realidad, exigía una gran capacidad psicológica para no caer en la megalomanía o en la depresión.

La prensa, los fans, las discográficas, los aduladores y hasta los abogados quieren su parte. Y todos dependen de un pobre diablo que hace música; un tipo que hasta hace un año tocaba en garitos ante veinte personas para pagarse el alquiler.

No hay glamour cuando se apagan los amplis.